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Entrevista a Dani de Morón ante el inminente estreno de su último trabajo: “EMPATÍA”

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Dani de Morón es uno de los guitarristas flamencos más laureados de las últimas décadas. Ha recibido, entre otros galardones, dos Giraldillos de la Bienal de Flamenco de Sevilla y una nominación a los premios Grammy Latinos en 2018 como Mejor Álbum de Flamenco por su disco 21.

Se inició en la guitarra en el flamenco en su pueblo natal junto a su primer  maestro,  Antonio Clavijo. Se forjó en el acompañamiento al baile en la academia de la maestra trianera Matilde Coral y al cante, junto a los más importantes cantaores/as y bailaores/as del actual panorama flamenco, ha sido acompañante habitual de artistas de la talla de José Mercé, Antonio Canales, Manuela Carrasco, Joaquín Grilo, Arcángel, Concha Buika o el mismo Paco de Lucía –con quién realizó la gira del disco Cositas buenas– al reparar el maestro en las virtuosas cualidades del joven guitarrista, lo que lo catapultaría definitivamente hasta la primera línea internacional de la guitarra contemporánea.

Foto: José Ángel Vidal

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Son constantes en su evolución como artista la inquietud, el encuentro y trasvase con otros sonidos e instrumentos propios de músicas más allá del flamenco, destacando especialmente su conexión con el jazz.

A pocos meses de estrenar nuevo disco, realizamos con Dani de Morón un somero repaso de sus inicios en el mundo de la música y su salto a la palestra internacional. Comentamos con él algunos momentos de su carrera y del flamenco en general.

-¿Cuándo y cómo te empezaste a interesar por el flamenco o por la música?

-Cuando tenía 11 años es cuando pusieron aquí el conservatorio, en Morón, los cuatro primeros años. Antes, yo no sé en qué momento cambió, el primer año de solfeo era sin instrumento, había que cogerlo en el segundo. En principio, la idea mía era estudiar piano porque lo que me habían regalado mis padres años anteriores en un cumpleaños era un teclado.

Entonces tenía las cosas de los niños, yo me di cuenta con el tiempo y a lo mejor sí que tiene algo de importancia. Yo me ponía a jugar a los videojuegos y a lo mejor sonaba el himno de España y lo tocaba con una tecla aquí al lado, con un dedo solamente. Estamos hablando que tenía 5 añitos o 6. Entonces empezó a gustarme, pero el flamenco todavía no había aparecido de ninguna forma.

Foto: José Ángel Vidal

Empecé en el conservatorio con la intención de estudiar piano, y la historia está en que no tuve suerte con los profesores, o lo que fuera. No terminaron de ilusionarme. También, con esa edad, tan niño, tampoco uno sabe mucho lo que quiere o lo que le gusta. La cuestión es que dejé de estudiar en el conservatorio porque cogí la guitarra.

Empecé a dar clase de guitarra clásica porque no sentía esa ilusión por estudiar. En ese momento empecé a dar clase con un profesor de aquí, con Alfonso Clavijo. Fue todo lo contrario, la sensación era que tocaba música. En una clase, ponía las manos donde me decía y aquello sonaba, al contrario con el choque que tuve con el solfeo en principio. Digo choque, porque no me supieron ilusionar, porque si no, estoy seguro de que hubiera pasado.

A mí me pilla ahora en el otro lado. Si un profesor puede ilusionar al alumno fácilmente lo consigue, y lo consigue encarrilar. La mala suerte, fue buena suerte por otro lado. Fue el principio de todo, y a partir de ahí, para delante. 

-Entonces, ¿con qué edad empezaste?

-La guitarra cayó en mis manos con 13, que es relativamente tarde por lo que mucha gente cree, de que es mejor empezar a estudiarla antes, pero bueno, llegó muy fuerte. Llegó con muchas ganas. Con mucha ilusión, ahora más todavía. 

-¿Tuviste algunas dificultades en tus comienzos?

-Esta que he contado, pero son circunstancias que se dan. Yo creo que también la enseñanza es súper complicada, y hay gente que llega por vocación y hay gente que llega porque ha intentado ser artista y se establece en el mundo de la docencia y no le pone la pasión que requiere. Dificultades, las que entraña tocar un instrumento y enfrentarse a él todos los días. 

-¿Puedes comentar un poco, después de estar con este profesor, cuál fue el primer paso importante hacia el mundo del flamenco? 

-En ese momento yo estaba ya en el instituto. La historia está en que no me terminaba de ilusionar ninguna carrera. Estudio, pero ¿para qué?.  El paso fue muy natural, yo tocaba por aquí, en las peñas de los pueblos de alrededor, tocaba para bailar en Sevilla. Me apunté a un concurso en Hospitalet con 16 años, y fue bien la cosa. Eso fue la primera cosa ilusionante, un aliciente más a la hora de estudiar, pero realmente a mí lo que me gusta es hacer música, más allá de lo que te traiga. Hacer música, tocar y disfrutar de la música. 

-Uno de los sitios donde empezaste fue en la peña Montegil, ¿puedes comentar cómo te fue ahí o qué recuerdos tienes?

-Aquí siempre estuvieron las dos peñas. En las dos directivas había grandes amigos de mis padres, y la verdad es que me trataron con mucho cariño. Ellos son clave porque te hacen empezar a tocar en público, y lo recuerdo muy bien. Había hermanamientos con las peñas de fuera y me trataban súper bien. Lo recuerdo con muchísimo cariño.

-¿Empezaste ahí a tocar en público?

-Sí, en cuanto a los principios, siempre ponemos en común mis compañeros y yo que la figura de las peñas flamencas es fundamental, porque es donde empieza uno a comunicarse con otra gente y a tocar, ¿no?.  Y eso es gracias a la gente que está metida en esos sitios. Son mayores que tú y te ayudan, te apoyan y provocan que uno se enfrente a un público.

-¿Cuál ha sido para ti el momento clave de tu carrera hasta ahora? 

-Hay muchos. Te he comentado el primer concurso al que voy, que va bien, que consigues ganarlo y es un salto. El siguiente, cuando empiezo a ir a la academia Matilde Coral en Sevilla, tocando para bailar. Te pone en contacto con otro tipo de gente, vas aprendiendo un oficio distinto, el acompañamiento al baile, que no deja de ser comunicarte con los demás, más allá de la música.

El siguiente, cuando empiezo a tocar con Antonio Canales, a tocar para bailar, que es el que te abre el panorama en todo el mundo. Pegas un salto grande. Ahí tenía 19 años.

El siguiente, cuando toco el maestro Paco de Lucía en 2007. Esto como claves, pero en medio hay muchísimas cosas, y cada cosa es igual de importante. La salida de cada disco, de cada composición que hace uno para una coreografía, siempre reflejan los momentos vitales de cada uno, pero eso lo ve uno con el tiempo. Te encargan una composición para una coreografía determinada, y sin saberlo estás reflejando cómo tú te sientes en ese momento. Eso son los momentos que van enlazando una cosa con otra. Pasa el tiempo y no te das cuenta de que estás haciendo eso siempre, y que el objetivo es a corto plazo, no piensa uno en un futuro, si no que se refleja a través de la música lo que uno vive, lo que uno trabaja. 

-¿Te interesan otros géneros musicales a parte del flamenco?

-Claro. Todos por igual, además. Yo creo que uno toca flamenco porque es el lenguaje más fácil de encontrar en tu tierra. Pero realmente, la inquietud está muy por encima del género que toques. No te puedo decir que el flamenco me guste más que el jazz o la música clásica. No, porque todo es una consecuencia de algo. Lógicamente, todo lo expresas a través del lenguaje de la guitarra flamenca, pero no puedo decir que me guste una cosa más que otra.

Igualmente me puede emocionar escuchar a un pianista contemporáneo del jazz como Keith Jarrett o Robert Glasper, como te puedes emocionar escuchando a Bach o a Paco de Lucía. Además, son rachas. Son como flechazos que uno tiene con uno y con otro. Te pones a estudiar a un maestro, a un género en concreto, te pegas un tiempo ahí, después te vas por otro, y todo se filtra por lo que uno hace.

Probablemente, si hubiéramos nacido en Viena, tendríamos otro instrumento en mano y lo expresaríamos a través de otro instrumento. Pero todo es más natural, y nos ha caído la guitarra flamenca en mi caso, y a través de ahí lo expresamos todo. 

-¿Qué opinas de la ayuda que se le presta al flamenco desde el Ayuntamiento de Morón, a nivel de la Junta de Andalucía o nacional? 

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-Hay siempre quejas, porque es normal que se piden cosas y demás. Siempre se podría apoyar mucho más, pero yo no soy crítico con esas cosas. Creo que todo el mundo lo que tiene que hacer es lo que tiene que hacer, trabajarse las cosas muy bien, y confiar en que lo importante es el valor que te pone el público, porque todo eso va cambiando, depende de la persona que nos gobierne, y prefiero no sentarme nunca en esa lucha, sino en la que tenemos que hacer por nuestra parte, que es hacer las cosas bien o lo mejor posible, y todo lo que se reciba desde los que nos gobiernan se agradece. Se puede hacer mejor, pero también se podría hacer peor. 

-¿Qué papel crees que desempeñan las peñas flamencas actualmente? 

-Como he dicho antes, es importantísimo lo que ocurre. Me da bastante pena que, en general, con las que tengo contacto, veo el público demasiado mayor. No entra gente joven. Esa es la única historia negativa que veo en eso. Es una pena, porque es un punto de partida muy importante. La gente que empieza ahora mismo, que tengan 13 o 14 años como yo tenía en ese momento, van a dejar de vivir una cosa muy interesante, porque sería muy interesante que vivieran eso. Eso de ir a un sitio donde gente que le gusta mucho la música y el flamenco, te proponen tocar con uno y con otro… eso es fundamental.

Ahora mismo, el papel es importante, pero si lo es menos es por eso, porque falta un relevo generacional, que no sucede. No sé a qué se debe, pero está ocurriendo. Ahí hay una cosa clave, que es que la juventud lo que quiere es verse reflejada en sus ídolos, yo lo sentía así y lo sigo sintiendo.

Si los que estamos ahora mismo funcionando nos acercamos a las peñas, o establecemos un vínculo con ellas, creo que sería un buen principio para que la gente joven fuera a verlo. Al que le gusta verte tocar, va a verte en cualquier lado, pero si en vez de verte en un teatro enorme, te ve en un sitio para 100 personas, pequeñito, eso es mucho más especial.

Creo que, por nuestra parte, lo que deberíamos hacer es entrar en un acuerdo con ciertas peñas para acercar eso a la gente joven, artistas que sean referencia para ellos y sirvan de reclamo para que pueda ir gente a verlos.

Hace poco fui a la peña del Gallo precisamente para eso, para proponerle una especie de ciclo. Pero que yo vaya un día a tocar no lo considero tan interesante como que sirvas tú de puente para artistas que son compañeros tuyos, que en otras circunstancias sería complicado traerlos, pero si estás tú, vienen. Como no cambie la cosa, desaparecerá. Ahora mismo es difícil, pero esperemos que cambie de alguna manera. 

-Durante el proceso de composición, ¿qué es para ti lo más importante? ¿De dónde sueles partir?

-Siempre de la sensación que quieras crear en el oyente, no de la tuya, si no de la que quieres proyectar en el que te escucha. A veces quieres provocar una sensación agradable, otras veces quieres provocar mucha tensión…parte uno de eso y a partir de ahí empiezas a darle vueltas y a intentar buscarla. Creo que así es como uno debe sentarse a componer. Otra cosa es que se consiga. 

-¿Dónde te encuentras ahora y cuáles son tus futuros proyectos?

-Ahora lo próximo es sacar el siguiente disco que traigo entre manos. Termino el proceso de mezcla y remasterización a finales de octubre, aquí con Domi, con nuestro paisano.

Te puedo decir fechas. Sale el primer adelanto en diciembre, la semana del quince. El día doce de enero sale el siguiente adelanto y el veinticinco de enero sale el disco completo. A parte, hay otros proyectos que tengo entre manos, de composiciones y demás, pero ese el más inmediato. 

Entrevista realizada por Irene Alcalá

Copyright de las imágenes: José Ángel Vidal

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