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Opinión

Cerca del Castillo. «PASA LA VIDA, NO BANALICEMOS EL MAL». Por Paco Pavía

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"Aquel o aquella que dedica los cuatro ratos que vamos a vivir a hacer daño consciente a los demás, merece que intentemos entre todos quitarle ese odio y ese rencor con palabras, pero sobre todo con actos que sirvan de ejemplo".

_A propósito de la quema de asentamientos y chabolas de  inmigrantes en Lepe, Albacete y  otros lugares de España.

 

Hay una campaña orquestada desde medios de comunicación conservadores (que son la mayoría) y desde la extrema derecha para azuzar miedo y odio, beneficiados por estos duros momentos de crisis económica, sanitaria y política. El ataque es  contra los trabajadores NO españoles, sobre todo contra los que no tienen la piel blanca. Eso sí, antes de quemarles sus míseras chabolas de palos y cartones, esperan a que recojan la fruta o terminen el trabajo del lugar.

 

 

Estas barbaridades se naturalizan, no se investigan en profundidad ni policial ni judicialmente y los culpables quedan siempre impunes.

 

La filósofa Hannah Arendt reflexionaba sobre la complejidad de la condición humana y alertaba de la necesidad de estar atentos y evitar que ocurra lo que  llama “La banalidad del mal”. En su libro de 1963 “Eichmann en Jerusalén” desarrolla este concepto y lo usa para expresar las actuaciones de algunos individuos dentro de las reglas del sistema al que pertenecen. Arendt explica cómo los nazis  ejecutores de crímenes execrables, no se preocupan por las consecuencias de sus actos, solo del cumplimiento de “las órdenes”.

 

En nuestro caso es un partido político español y sus voceros mediáticos  los dedicados a sembrar  racismo y miedo en la población para tomar el poder por cualquier medio.

 

Las personas sin alma y con cristales en las tripas que causan dolor a los demás, para mí no son fuertes mentalmente, al contrario, son los seres más débiles y miedosos de la tierra. En este caso tienen miedo a los pobres, eso se llama APOROFOBIA.

 

Además pienso que si alguien hace daño a otro ser humano sin conmoverse, es porque no duda, se cree invencible, inmortal y además para sus cortitas entendederas se lo ha ordenado un ser “superior”  (periodista, político, religioso o militar).  Los que se creen imprescindibles son los que más daño le han hecho a la humanidad.

 

Los que dudan, los que trabajan, los que no aparentan y reconocen errores son los que intentan hacer un mundo mejor y además son mejores seres humanos  porque no pretenden serlo, simplemente  lo son.

 

Somos una gota de tiempo en el espacio y no  merece la pena dedicarnos a molestar, a controlar vidas, a acumular riquezas fugaces o  a destruir por destruir.

 

Como todas las reflexiones acerca de la existencia humana, la del paso del tiempo no es nueva.

 

El filósofo Heráclito de Éfeso decía en el S.VI A.C.  “Todo se mueve, nada permanece”. Compara todas las cosas y todas las actitudes con la corriente de un río en el que es imposible bañarse dos veces.

 

De un poema de Virgilio del S. I A.C., sale el concepto TEMPUS FUGIT que significa: “El tiempo vuela, el tiempo fluye”·

 

También el libro de Job del antiguo Testamento dice: “El tiempo se escapa como una nube, como las naves, como una sombra”.

 

A finales del S. XV, Jorge Manrique también trata estos conceptos en su obra “Coplas a la muerte de su padre”:   “Nuestras vidas son los ríos, que van a dar en la mar, que es el morir”.

 

Rafael Hornero (Romero San Juan), compuso en 1984 “Pasa la vida”, una sevillana muy popular cantada por muchos artistas. Aunque  la versión más interesante, intelectual, vacilona y universal fue la que hicieron en clave de swing los PATA NEGRA en su disco de 1988 “Blues de la Frontera”.  Su letra también  trata del paso del cronómetro como se hace desde hace miles de años:    

 

“Pasa la vida,

igual que pasa la corriente,

del río cuando busca el mar

y yo camino indiferente,

allí dónde me quiera llevar”.


Cuando con 13 años leí “La Historia Interminable” (1979-Michael Ende), en la portada  ponía en letras grandes: LITERATURA JUVENIL. Pues pondrían esta apreciación para vender más libros, porque hoy con 52 años aún recuerdo “La Nada”. Para los que no conozcáis  la trama, os resumo un poco:

 

 

Bastian es un niño que se esconde en el desván de su colegio a leer un extraño libro (“La Historia Interminable”), que cuenta cómo una niebla misteriosa llamada “La Nada”,  va destruyendo poco a poco el Reino de Fantasía y las criaturas que lo habitan. Avanzando en la lectura, Bastian se da cuenta que sólo él puede salvar ese mundo, su mundo.  “LA NADA” es otra metáfora del tiempo.

 

Con este ritmo de consumo y de destrucción del planeta, cada vez  nos pareceremos más a un Virus. Aquel o aquella que dedica los cuatro ratos que vamos a vivir a hacer daño consciente a los demás, merece que intentemos entre todos quitarle ese odio y ese rencor con palabras, pero sobre todo con actos que sirvan de ejemplo.

 

Salud, amor y mucha cultura para todos y todas.

 

PACO PAVÍA            Morón 22 de Agosto de 2020.

 

 

 

 

 

 

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