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Opinión

Golpistas de legalidad indudable. Por Gerardo Tecé

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Los votantes de la derecha cruzan los dedos para que los suyos lleguen a un acuerdo que les permita llegar al poder de la mano de todos aquellos a los que demonizaron

Disfruten de las próximas semanas de política española porque se presentan tranquilas como una piscina en Teruel. Este oasis, de lo más extraño, ha sido propiciado por Felipe VI, número uno en las listas de la derecha por Madrid tras comprar el relato de Feijóo y encargarle una investidura condenada al fracaso, a la espera de sobornos y tamayazos. Mientras el PP pone en marcha la maquinaria de la compra de diputados, en paralelo, asistimos a un fenómeno veraniego que, como las perseidas, toca sentarse a disfrutar. De aquí al 26 de septiembre podremos saborear la lluvia de declaraciones de la derecha española reconociendo la legitimidad del resto de formaciones del Estado. Respiren profundo y saboreen el momento porque será fugaz y sólo durará unas semanas. 31 días desde este momento hasta que el Congreso le recuerde por segunda vez a Feijóo que hizo mal dejando Galicia y que aquellos nubarrones no son nada comparados con los madrileños. Disfruten de este instante en el que enemigos de España como el PNV son considerados por el PP un partido serio y respetable al que “se le reservaría un papel muy importante” si apoyase la investidura del candidato del Partido Popular. Vox, derechita valiente que hasta hace un cuarto de hora amenazaba con ilegalizar a los nacionalistas vascos, anuncia ahora que se abstendría para facilitar que la derechita cobarde pudiera gobernar España de la mano de quienes quieren destruirla. ¿No es un gustazo?

Si la opción del PNV fracasara, cosa que podría llegar a suceder si tomamos como pista las tres mil quinientas veinte siete millones de veces que el PNV le ha dicho al PP que no iría con ellos ni a recoger billetes del suelo, las negociaciones nos reservan más sorpresas agradables. ¿Se acuerdan de Puigdemont? Quien hace unos días era un prófugo, un delincuente con el que Sánchez había pactado para controlar el Congreso de manera ilegítima, es, desde el encargo de Felipe VI, el líder de “un partido cuya tradición y legalidad no están en duda”. Un líder con el que el PP se sentará a negociar. Los votantes de la derecha, obligados una semana a cantar “Puigdemont, te vamos a meter en prisión” y la siguiente, a guardar un silencio autohumillante, cruzan los dedos para que los suyos lleguen a un acuerdo que les permita conquistar el poder de la mano de todos aquellos a los que demonizaron. Por favor, disfruten conmigo. No lo digo por generosidad, sino para compartirlo y evitar una sobredosis de gusto.

Cuando la investidura de Feijóo fracase, le tocará el turno a Pedro Sánchez. Entonces, los partidos nacionalistas respetables y de legalidad indiscutible volverán a ser de nuevo las demoníacas asociaciones golpistas que tratan de destruir la patria. Partidos con los que no se puede pactar porque hay que combatirlos. Donde ahora se dice que a los vascos se les reservará un papel importante en la gobernación de la mano de Feijóo, en unas semanas se dirá que la izquierda les ha entregado España tras oscuros y siniestros pactos. Los partidos catalanes, en estos precisos y preciosos momentos de tradición impecable, volverán a la normalidad, convirtiéndose de nuevo en tipos con los que un español de bien nunca llegaría a acuerdos. 

Hay quien dentro del PP anda preocupado por el efecto nocivo que en el futuro pudieran tener las hemerotecas generadas estos días en los que todo son buenas palabras hacia los que, en poco tiempo, volverán a ser enemigos de la patria si a Feijóo no le sale la jugada desesperada. Que no se preocupen. Sus medios de comunicación y sus votantes volverán a demostrar la altura amnésica necesaria. Si el PP, que negoció con ETA llamándola Movimiento Vasco de Liberación y acercó presos, ha podido ganar unas elecciones acusando a la izquierda de pactar con un grupo terrorista que ya no existe, ¿por qué no se va a poder en el futuro inmediato acusar a Sánchez de haber formado una mayoría ilegítima y antiespañola con todos esos partidos a los que Feijóo les pidió su apoyo? Cuando eso ocurra, volverán los gritos y las acusaciones, volverá la política española a ser el lodazal habitual. Pero eso será en unas semanas. Por ahora, como diría un eyaculador precoz, disfruten el momento. 

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