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León Felipe, don Quijote de la poesía española. Por Juan Segura

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Desdeño las romanzas de los tenores huecos

y el coro de los grillos que cantan a la luna.

(Autorretrato. Antonio Machado)

Conforme pasan los años e incursiono con más profundidad en la poesía de León Felipe más admiro, no ya su calidad poética, sino su vida. Una vida llena de coherencia y perseguidora irrenunciable de la justicia.

De todo lo cual dio cumplido testimonio mientras estuvo en España defendiendo la Segunda República y en el exilio. Hasta la muerte le acompañó el compromiso social y la coherencia. Aconsejo al lector que busque el texto que escribió con motivo del homenaje, que se hizo en Méjico, a los cien años del nacimiento de Antonio Machado. Es un texto definitivo. Sin concesiones ni a tirios ni a troyanos. Una pieza única, de una sinceridad brutal.

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Es bastante extensa y no tiene cabida en este escrito. Me ceñiré, en esta reseña, a un ramillete de sus mejores poemas, según mi gusto:

a)ROMERO SÓLO…

Ser en la vida romero,
romero solo que cruza siempre por caminos nuevos.
Ser en la vida romero,
sin más oficio, sin otro nombre y sin pueblo.
Ser en la vida romero… romero…, solo romero.
Que no hagan callo las cosas ni en el alma ni en el cuerpo,
pasar por todo una vez, una vez solo y ligero,

ligero, siempre ligero.

Que no se acostumbre el pie a pisar el mismo suelo,
ni el tablado de la farsa, ni la losa de los templos,
para que nunca recemos
como el sacristán los rezos,
ni como el cómico viejo
digamos los versos.
La mano ociosa es quien tiene más fino el tacto en los dedos,
decía el príncipe Hamlet, viendo
cómo cavaba una fosa y cantaba al mismo tiempo
un sepulturero.
No sabiendo los oficios los haremos con respeto.
Para enterrar a los muertos

como debemos
cualquiera sirve, cualquiera…, menos un sepulturero.
Un día todos sabemos

hacer justicia. Tan bien como el rey hebreo,
la hizo Sancho el escudero
y el villano Pedro Crespo.


Que no hagan callo las cosas ni en el alma ni en el cuerpo.
Pasar por todo una vez, una vez solo y ligero,

ligero, siempre ligero.

Sensibles a todo viento
y bajo todos los cielos,
poetas, nunca cantemos
la vida de un mismo pueblo,
ni la flor de un solo huerto.
Que sean todos los pueblos
y todos los huertos nuestros.

León Felipe fue peregrino toda su vida. Fue cómico. Fue embajador de la República. Y fue exiliado. Toda su vida peregrinando. Este poema es un canto al peregrino. Hasta su peregrinaje forzado por las tierras de América. León Felipe critica la rutina (para que nunca recemos/como el sacristán los rezos…), nos aconseja pasar por todo una vez, una vez solo y ligero…para que no hagan callo las cosas ni en el alma ni en el cuerpo.

Y el remate, la última estrofa, es sensacional. Es un canto en contra del aldeanismo y en favor del conocimiento de los demás pueblos, lo que llevará, a fomentar la amistad y desterrar todo supremacismo que tanto mal ha causado y está causando a la humanidad.

b)SÉ TODOS LOS CUENTOS

Yo no sé muchas cosas, es verdad.
Digo tan sólo lo que he visto.
Y he visto:
que la cuna del hombre la mecen con cuentos,
que los gritos de angustia del hombre los ahogan con cuentos,
que el llanto del hombre lo taponan con cuentos,
que los huesos del hombre los entierran con cuentos,
y que el miedo del hombre…
ha inventado todos los cuentos.
Yo no sé muchas cosas, es verdad,
pero me han dormido con todos los cuentos…
y sé todos los cuentos.

Este poema de tan solo doce versos constituye un compendio de sabiduría. Es todo un tratado en contra de la ingenuidad, una gran advertencia contra los engaños. Un gran antídoto contra la mentira. Contra toda mentira, pero especialmente contra aquella en que intentan adoctrinarnos desde hace más de dos mil años. Nos ofrece también una explicación de cual es el origen de todos esos increíbles cuentos y, por tanto, de la credibilidad infundada: el miedo.

El miedo a la muerte, el miedo a dejar de existir, el miedo a todo tipo de castigos, el miedo a la condenación, al castigo eterno…

c)PARÁBOLA

«Más Él hablaba del templo de su cuerpo.»
San Juan, II: 21.

«Y tomé el libro de las manos del ángel y me lo comí.»
Apocalipsis X: 9,10

Había un hombre que tenía una doctrina. Una gran doctrina que llevaba en el pecho, (junto al pecho, no dentro del pecho),
una doctrina escrita que guardaba en el bolsillo interno del chaleco.
La doctrina creció. Y tuvo que meterla en un arca, en un arca como la del Viejo Testamento.
Y el arca creció. Y tuvo que llevarla a una casa muy grande.
Entonces nació el templo.
Y el templo creció. Y se comió al arca, al hombre y a la doctrina escrita que guardaba en el bolsillo interno del chaleco.

Luego vino otro hombre que dijo: El que tenga una doctrina que se la coma, antes de que se la coma el templo;
que la vierta, que la disuelva en su sangre,
que la haga carne de su cuerpo…
y que su cuerpo sea
bolsillo,
arca
y templo.

Hay ideologías perversas per se: el nazifascismo, el racismo, la apología del odio personal o colectivo, el supremacismo blanco, el machismo…Tienen más que demostrado que son nocivas para la sociedad. Su defensa debiera estar prohibida en cualquier sociedad sana.

Hay otras muchas doctrinas que no tienen por qué ser tan nocivas. Incluso algunas pueden tener efectos beneficiosos para la humanidad. El riesgo es que dicha doctrina sea secuestrada por “el templo” (por los diferentes “templos”) Entonces puede suceder lo que afirmaba Augusto Monterroso que pasó con el cristianismo. Decía Monterroso en uno de sus aforismos: “La doctrina de Jesucristo era tan buena, tan buena, que tuvieron que inventar la Iglesia para combatirla” 

Así que las ideas hay que interiorizarlas, hacerlas nuestras, comérnoslas, antes de que crezca el templo y nos coma a todos.

d) EL GRAN RELINCHO (The most beautiful neigh of the world-El más hermoso relincho del mundo)

The most beautiful neigh of the world

La gente suele decir, los americanos,
los norte-americanos suelen decir:
León Felipe es un “Don Quijote”.
No tanto, gentleman, no tanto.
Sostengo al héroe nada más…
y sí, puedo decir:
que yo soy Rocinante.
No soy el héroe
pero lo llevo sobre el magro espinazo de mis huesos…
y le oigo respirar…
y he aprendido a respirar como él…
y a injuriar
y a blasfemar
y a maldecir
y a relinchar.
A mí me gusta mucho relinchar.
“¡Oh, hi-de-putas!… estos malos encantadores
que me persiguen”.

¿Cómo es aquel relincho, americanos?
Aquel que empieza:
¡¡Justi-í-í-í-í-cia!!
Aquí el acento cae sobre la í,
muy agudo y sostenido
como un vibrante y estridente cornetín:
¡¡Justi-í-í-í-í-cia!!
¡Qué bonito relincho!

A Rocinante le gusta mucho relinchar.
Y a mí también me gusta mucho relinchar.
Tenéis que aprender, americanos.
Venid, vamos a relinchar ahora,
ahora mismo todos juntos,
desde el capitolio de Washington…
fuerte, fuerte, FUERTE…
hasta que el relincho llegue a Vietnam
y lo oigan todos los vietnamitas
y a Cuba también
y lo oigan todos los cubanos,
como el cornetín
de la gran victoria universal,
hasta que lo oigan los hombres todos de la Tierra
como el cese definitivo de todas las hostilidades del
planeta.

¡¡Justi-í-í-í-í-cia!!
¡Oh, qué hermoso relincho!
The most beautiful neigh of the world

Ernesto “Che” Guevara y León Felipe tuvieron una gran amistad basada en la admiración recíproca. Este poema lo pone bien a las claras. Lo mismo que el gran sentido de justicia que inspiraba a León Felipe.

El poeta no se siente Quijote, pero orgullosamente proclama que si se siente Rocinante. No es héroe, pero sostiene al héroe/a los héroes, que luchan por la justicia)

Y como tal Rocinante, le gusta relinchar. Y relincha con el más hermoso relincho posible: ¡Justí-í-í-í-í-í-cia!

¡JUSTÍ-Í-Í-Í-Í-CIA para Palestina!

Al iniciar este breve artículo se ha impuesto en mi mente el recuerdo de una conversación que mantuve, hace muchos años, con Paco Guardado acerca de nuestras preferencias poéticas: él mucho más esteta, intimista. Por cierto que durante este mes de junio se va a presentar un libro de Guardado preparado por Juan Diego Mata Marchena.

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