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Opinión

Los mayores. Por Juan Segura

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"Lo que han sufrido los ancianos no está en los escritos. Se les ha encerrado en sus habitaciones sin dejarles salir. Se les ha negado atención médica. Se les ha aislado de sus familias. Se les ha dejado morir solos, como a perros. Se les ha negado el traslado al hospital."

_Hablemos claro y sin hipocresías. Los ancianos, los viejos (eso de “mayores”,  “tercera edad” y otros apelativos edulcorantes no son más que engañabobos ) sobre todo cuando se hacen dependientes, por invalidez, son un estorbo en esta sociedad.

 

Y además muchos cobran pensión. Si se mueren son un ahorro. Y un alivio para los herederos.

 

La sociedad en general, sálvese quien pueda, intenta quitárselos de encima.

 

Hasta hace unos treinta años, aproximadamente, se les atendía en casa. Era una obligación moral de la familia que, ¡oh sorpresa!, como los demás trabajos no remunerados del hogar, lo realizaban las mujeres. Los machos teníamos otros quehaceres más importantes como gastarnos las perras en la taberna o jugar al dominó. Lo de cuidar a los ancianos era cosa de mujeres. ¡Ah! pero eso del machismo es un cuento chino. Ni existe, ni ha existido jamás.

 

Como la mujer se ha ido incorporando al trabajo, en casa no quedó nadie que cuidara a los viejos. Y entonces las residencias de ancianos empezaron a proliferar como setas en primavera. La mayoría como guarderías de viejos.

 

Otra alternativa fueron los emigrantes. Hombres y mujeres emigrantes han estado haciendo el trabajo de cuidar a nuestros familiares ancianos por poco dinero y muchas horas de trabajo. Y somos tan mezquinos que encima los despreciamos.

 

En un pueblo de Madrid unos 300 ancianos se han sublevado y van a desheredar a sus herederos.

 

 

La pandemia ha sacado a flote la inmensa basura que existe en esta sociedad. En los corazones de muchos solo hay cabida para el dinero. Y si atienden de alguna manera a los viejos es por lo que pueden reportarle económicamente.

 

 

Lean ustedes el informe de Médicos sin Fronteras titulado Poco, tarde y mal: el inaceptable desamparo de los mayores en las residencias durante el COVID-19 en España.

 

Lo que han sufrido los ancianos no está en los escritos. Se les ha encerrado en sus habitaciones sin dejarles salir. Se les ha negado atención médica. Se les ha aislado de sus familias. Se les ha dejado morir solos, como a perros. Se les ha negado el traslado al hospital.

 

Se ha practicado un verdadero genocidio con los viejos y viejas. No mires para otro lado, entérate.

 

Los mayores necesitan atención en sus domicilios. La ley de dependencia debe mejorarse con mayores recursos humanos y materiales.

 

Las residencias tienen que contar con mayores medios y estar medicalizadas. Tienen que estar bien controladas por las autoridades públicas. Sobre todo las privadas.

 

La mayoría de las residencias privadas están diseñadas como negocios. Y en los negocios lo que impera es el máximo beneficio. Y este se obtiene en la mayoría de los casos a costa del detrimento del bienestar y la salud de los ancianos.

 

 

Si no hacemos nada por remediar la situación de los ancianos, viejos, mayores, tercera edad, o como quieran llamarlos, si las cosas siguen así seguiremos demostrando  que vivimos en una sociedad sin alma, donde los más indefensos no tienen cabida.

 

Si alguien quiere enterarse, de una vez, de cómo se llama esta sociedad voy a darles su nombre:  “neoliberalismo”, también llamado “libre mercado” o simplemente “capitalismo”.

 

Se entiende, entonces, que haga falta una revolución. Antes de que las conciencias se sigan pudriendo y los corazones se congelen definitivamente transitando las gélidas aguas del cálculo egoísta.

 

 

 

 

 

 

 

 

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