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Morón

Un vecino Morón que fue atropellado, robado y abandonado en la cuneta entre la vida y la muerte, reclama justicia

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Morón. “Me dejaron tirado en la cuneta”,  así comienza  Diego Carrillo a contar su historia, que es la siguiente…

Morón. “Me dejaron tirado en la cuneta”,  así comienza  Diego Carrillo a contar su historia, que es la siguiente.

 A Diego Carrillo lo dejaron tirado en una cuneta de la carretera Utrera-Morón cuando venía de trabajar en la feria de Utrera, en 1991. Unos señores, que venían detrás de él cuando conducía su Vespino de vuelta a casa, le dieron por la espalda. Él no recuerda nada más, pero después de 23 años sigue buscando a sus agresores, ya que le cambiaron la vida a él y a su familia. Ahora se encuentra vendiendo cupones por todo Morón, pero él quiere hablar de esto y así  nos lo hace llegar a la voz de Morón, porque no es sólo por él sino por todos los que vengan.

Diego llegó a Morón un jueves junto a su mujer Encarni, que estaba embarazada, después de haber estado seis meses trabajando en Ibiza. Lo llamaron para trabajar en la feria de Utrera y después de echar la primera jornada, se montó en su vespino y volvió a Morón. Cuando iba por la carretera de Utrera a Morón observó que le venían persiguiendo en un coche, y ese es su último recuerdo.

A las 4 de la mañana, avisan a Encarni diciéndole que su marido había tenido un accidente en la carretera. Cuando llegó al hospital, le dijeron que se estaba operando de vida o muerte, ya que tenía coágulos de sangre debido a un golpe en la cabeza. A Diego le partieron la pierna y el brazo con siete y ocho fracturas respectivamente, le robaron todo lo que llevaba, le dejaron la moto incendiada en el cruce de Alcalá y lo dejaron debajo de un olivo para que nadie lo encontrara.

Llamaron anónimamente a la Guardia Civil de Utrera diciendo que había una moto incendiada. Cuando se personaron allí y vieron lo ocurrido, les dijeron a los familiares de Diego que aquello podían haberlo hecho una o varias personas, pero que no encontraban a nadie.

A pesar de las evidencias, entre ellas las huellas de un coche y una señal de stop arrancada, archivaron el caso diciendo que Diego había tenido el accidente sólo. Un juez de Morón lo tachó de “subnormal” debido a que, poco después de salir del coma, falló al resolver una operación matemática, y a pesar de que Encarni ha abierto el caso hasta nueve veces, siempre ha obtenido la misma respuesta.

Todo el dinero que habían ahorrado trabajando en Ibiza se lo tuvieron que gastar en el hospital y comenzaron a tener deudas. El largo proceso de rehabilitación de Diego fue muy duro para todos. El padre de Encarni fue el que consiguió levantar a Diego de la silla de ruedas, puesto que ella estaba embarazada y no le permitían acompañarlo. El hermano de Encarni, con unos 13 años, se tenía que quedar con su hija, hacer de comer… mientras Encarni iba con su padre a la rehabilitación de Diego.

No tenían dinero ni comida para darle a su hija recién nacida. En las iglesias no le querían dar comida debido a que no estaban en las listas, solo consiguió ayuda de la de Nuestro Padre Jesús. Encarni lo único que quería era un trabajo para poder sacar su casa adelante, pero la echaron en varias ocasiones del ayuntamiento cuando fue a pedirlo. Mientras tanto tuvo que estar comiendo de lo que lo que le daban sus padres, sus hermanos cuando trabajaban y en general, de su familia.

Cuando Diego se rehabilita empieza a buscar trabajo y lo encuentra en Prodecus, vendiendo papeletas de 1€ y cobrando entre veinte y veinticinco mil pesetas, en función de las papeletas que vendiera. Después de casi tres años intentando entrar en la ONCE, en 2001, lo avisan para hacerle una entrevista, y 2 meses después terminó entrando.

A día de hoy, Diego continúa trabajando para la ONCE. Vendiendo cupones por todo Morón y pasando por muchas fatigas, puesto que le cuesta mucho trabajo andar. Pero después de 23 años buscando, los maleantes causantes de su desgracia siguen en libertad y Diego no ha podido obtener la justicia que le corresponde.

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