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Opinión

Amancio Ortega dona, Inditex despide. Por Raúl Solís

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Los medios de comunicación, que enaltecen al empresario cuando hace donaciones, atribuyen los despidos a su empresa, como si no tuviese dueño.

_Inditex, la empresa de la que es propietario el magnate gallego Amancio Ortega, está en estos momentos ejecutando un plan de cierres de tiendas a pesar de que en 2020 tuvo unos beneficios aproximados de 1.100 millones de euros y de que pagó dividendos a sus accionistas por el aumento de sus ventas.

 

 

En lugar de usar los beneficios en un año de pandemia para sostener a sus trabajadores o incluso para reducir jornadas laborales, sin bajar el salario para que los parabienes de la robotización y del aumento de ventas online recaiga también en los empleados y no sólo en los accionistas , la empresa del multimillonario gallego, aunque sus fábricas las tiene en Asia, ha decidido aumentar exclusivamente los beneficios de sus accionistas. Más de 1.000 millones de euros repartidos entre unos pocos, de los cuales 654 millones han ido a parar a Amancio Ortega, fundador, de 85 años, y propietario del 60% del capital de Inditex.

 

En España, según datos anunciados por la propia empresa en abril, se cerrarán entre 250 y 300 tiendas, el 17% de la red de tiendas de nuestro país. En el mundo, la empresa de Amancio Ortega bajará la persiana al 14% del total de sus establecimientos. Durante la pandemia, el gigante textil ha estado diseñando un despido colectivo que afectará a 37.000 personas, lo que afecta a los empleados de más de 1.500 tiendas de todas las marcas de Inditex: Zara, Pull&Bear, Massimo Dutti, Bershka, Stradivarius, Oysho, Zara Home y Uterqüe.

 

En este mismo momento, las trabajadoras de la marca H&M se manifiestan en toda España para evitar un despido inminente que afectará a más de 1.000 personas. Publicaron los medios de comunicación que le hacen la ola -la publicidad no se paga sola- que Amancio Ortega era tan bueno, tan generoso y tan patriota que no se acogía a los ERTE por amor a España, pero lo que sabemos ahora es que no se acogió a las ayudas del departamento de Yolanda Díaz porque eso significaba no poder despedir a los trabajadores o, en ese caso, tener que devolver íntegramente las ayudas.

Las horas de publirreportajes en radios, televisiones y periódicos ahí quedan, dicho está, ayudando a la construcción del mito emprendedor de las escuelas de negocios de ideología neoliberal. A pesar de este destrozo al empleo, que Inditex justifica por la subida de la venta online, los medios de comunicación, que habitualmente enaltecen la figura de Amancio Ortega cuando dona, le atribuyen los despidos a Inditex, como si no tuviese dueño y las decisiones las tomara un robot.

 

Un requiebro comunicativo propio de las técnicas de la propaganda que desdobla al hombre más rico de España en dos almas.

 

 

Una buena y publicable, la que se dedica a hacer donaciones de máquinas contra el cáncer a la sanidad española; otra mala y digna de esconder, la que despide a placer y se embolsa los beneficios en lugar de repartirlos con los trabajadores que crean la riqueza y levantan las tiendas de la compañía a pulso con su esfuerzo.

Finalmente, el Estado tendrá que hacerse cargo de las prestaciones por desempleo de los trabajadores despedidos del imperio textil del empresario gallego mientras que él se embolsará 650 millones de beneficios por el aumento de la venta online en el año de la pandemia.

 

Amancio Ortega es el abuelo que sigue trabajando con 85 años y que da argumentos a favor de retrasar la edad de jubilación, el empresario adorable al que sus trabajadores le hacen fiestas de cumpleaños que emocionan al mundo y el filántropo que dona lo que le sobra después de pagar impuestos fuera de España.

 

 

Inditex, por su parte, tributa su venta por Internet en Irlanda, un paraíso fiscal dentro de la UE, para no pagar los beneficios empresariales por la venta online en España y es la empresa que cerró las fábricas en España y se las llevó a países subdesarrollados donde el sueldo medio es de dos euros al día, las trabajadoras que cosen la camiseta de 'I'm feminist' de Carmen Calvo no tienen derechos laborales básicos y se incumplen los estándares europeos de respecto al medioambiente.

 

Cuando el magnate gallego donó máquinas contra el cáncer a la sanidad pública se abrieron telediarios, periódicos y boletines radiofónicos, pero los despidos de Amancio Ortega, después de embolsarse 650 millones de beneficios en el último año, tienen menos difusión porque los ejecuta Inditex, el alma mala y escondida del empresario.

 

 

 

 

 

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