Obituario. En memoria de Sebastián López Álvarez



Temprano levantó la muerte el vuelo,
temprano madrugó la madrugada,…

Miguel Hernández///

Sebastián López Álvarez tenía sólo 65 años.

Al parecer un “ictus” se lo ha llevado a otra dimensión.

Mi conocimiento de su vida no es muy profundo pero lo que conozco de él creo que no andará muy equivocado.

Sebastián era una persona afable con todo el mundo. Nuestro contacto principal era durante las elecciones.

Ambos éramos interventores/apoderados de dos formaciones políticas diferentes. Él del PSOE, de donde creo que fue un tiempo concejal, Secretario Local y Presidente, y yo por Izquierda Unida/Partido Comunista. Nos tocaba realizar nuestra tarea en el Colegio Reina Sofía.

Durante esos días aprovechamos para hablar de algunos asuntos, casi todos relacionados con cuestiones políticas. Se podía hablar con él. Exponía sus ideas y dejaba que los demás expusieran las suyas. Algunos pueden pensar que esto es algo normal y que no merece concederle demasiado mérito. Pero no es así. Y conforme pasa el tiempo la tolerancia se está convirtiendo en un bien cada vez más escaso.

Creo que Sebastián era lo que el pueblo llama “buena gente”.

Era castellano. Recuerdo cuando vino a Morón como maestro. Siempre me produjo una buna impresión como profesional de la enseñanza. Se le veía interesado por sus alumnos.

Y en ese sentido creo que sus ideales socialistas eran genuinos. Una prueba de ello fue su disposición a hacerse cargo de los alumnos más difíciles. Fue el artífice, junto con otra gran persona, Ramón Castellano, de la “educación compensatoria”.

Sus alumnos le apreciaban mucho. Y esa sí que es una prueba irrefutable de la bondad y la valía de un profesor, de un maestro.

Siempre sonriente, siempre comunicativo. Hacía unos meses que no lo veía, pero la última vez que coincidimos, el 23 de julio, en el colegio electoral, daba la impresión de un hombre joven y sano que se disponía a disfrutar de su jubilación por largo tiempo.

No sé que habrá podido pasar. Pero la verdad es que cuando me he enterado de su muerte, me ha dolido, porque sentía por él una gran simpatía.

Aprovecho estas pocas líneas para mandar un abrazo muy fuerte a su esposa, compañera fija también en las tareas electorales y a sus hijos.

Espero que esta reseña sirva, si no para aliviarles en su dolor, al menos para que sepan que muchas personas en Morón le teníamos en mucha estima y en muy alta consideración.

Que la tierra te sea leve, compañero Sebastián.

Juan Segura Fernández.