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La interminable espera palestina
Rusia apoya la celebración de una conferencia internacional sobre el conflicto palestino-israelí…
_Rusia apoya la celebración de una conferencia internacional sobre el conflicto palestino-israelí
Palestina celebrará elecciones en 2021 (legislativas en mayo y presidenciales en julio), y renovará el Consejo de la OLP en agosto, tras quince años de división entre la OLP y Hamás, con Mahmoud Abbas presidiendo la Autoridad Nacional Palestina desde 2005, entidad que pasó a denominarse Palestina en 2013, reconocida como Estado por 140 países. En Israel, las elecciones tendrán lugar el 23 de marzo, tras el desacuerdo por el presupuesto entre los partidos de Netanyahu y su aliado gubernamental, el partido de Benny Gantz: serán los cuartos comicios en dos años, con los juicios por la corrupción de Netanyahu en el horizonte.
Es muy dudoso que todo ello inaugure una nueva etapa que ponga fin a la interminable espera palestina. En los años de Trump, Estados Unidos dinamitó deliberadamente la posibilidad de un Estado palestino: reconoció a Jerusalén como capital de Israel; abandonó la UNESCO a petición de Tel-Aviv, por el ingreso de Palestina; dejó de aportar fondos a la UNRWA, la agencia para los refugiados, aceptó la ampliación de los asentamientos israelíes en los territorios ocupados afirmando que no consideraba ilegales a esas colonias, y apoyó todas las iniciativas de Netanyahu. Incluso, violando el derecho internacional, reconoció la soberanía de Israel sobre los Altos del Golán, un territorio ocupado a Siria en 1967. Trump consiguió también romper el principio de que los países árabes no establecerían relaciones con Israel mientras no se crease un Estado palestino y se solucionase el drama de los cinco millones de refugiados.
MEDIACIÓN SESGADA DE EE.UU.
En los años de Obama, los Estados Unidos solo consiguieron un plan de Netanyahu que era inaceptable para los palestinos, igual que el llamado acuerdo del siglo que forjó Trump, negociando en exclusiva con Israel: en él se recogen todas las exigencias israelíes, con la anexión de las mejores tierras palestinas: el valle del Jordán y la frontera con Jordania; se niega a los palestinos capitalidad en Jerusalén y se abandona a su suerte a los cinco millones de refugiados. Ese infame acuerdo del siglo llevó a la Autoridad Nacional Palestina a romper los compromisos y las relaciones con Estados Unidos e Israel. Ahora, Biden quiere recuperar la función de Estados Unidos como mediador, pese a su evidente sesgo proisraelí, y sugiere un cambio de la política exterior estadounidense basado en defender la propuesta de dos estados, israelí y palestino, declaración de intenciones que siempre es olvidada después. Además, Israel va a seguir presionando a Irán: quiere que Biden mantenga la decisión de Trump de salir unilateralmente del Grupo 5+1 (Estados Unidos, Rusia, China, Reino Unido, Francia y Alemania), que en 2015 cerró un acuerdo con Irán para supervisar el programa nuclear a cambio de la eliminación de las sanciones internacionales.
De acuerdo con los compromisos electorales de Biden, Richard Merrill Mills, representante estadounidense en la ONU, abrió la puerta a que la OLP vuelva a tener oficina en Washington, pero situó esa eventualidad en un inconcreto futuro, mientras el nuevo secretario de Estado, el judío Anthony Blinken, ha mostrado que no tiene intención de devolver la embajada estadounidense a Tel-Aviv y quiere conseguir que otros países árabes reconozcan a Israel, como ha hecho Emiratos Árabes Unidos. Los gestos de acercamiento a los palestinos son siempre surcos en la arena del desierto, porque la política estadounidense está dirigida a asegurar la hegemonía militar y nuclear de Israel en Oriente Medio.
La despiadada ocupación militar israelí sigue ahogando a los palestinos: en medio de la pandemia, Israel vacuna a los israelíes pero no a la población palestina, pese a sus obligaciones como potencia ocupante, ignorando el derecho internacional y las Convenciones de Ginebra, al tiempo que continúa demoliendo viviendas palestinas, destruyendo sus instalaciones de agua, impidiendo la pesca, arrasando sus cosechas. Por ello, Moscú ha propuesto celebrar una conferencia para abordar la cuestión palestina, con asistencia de Estados Unidos, Rusia, la Unión Europea y la ONU, y de Egipto, EAU, Bahréin, Jordania y Arabia, junto a palestinos e israelíes. Palestina no puede esperar más.