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Morón

Carmen Lozano, una bailaora universal que lleva el nombre de Morón por todo el planeta

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Siempre con palabras de agradecimientos a sus padres, a sus hijos, a su marido, a su hermana, a la vida…Así comienza nuestra conversación con Carmen Lozano….

Siempre con palabras de agradecimientos a sus padres, a sus hijos, a su marido, a su hermana, a la vida…Así comienza nuestra conversación con Carmen Lozano. Con nuestra Carmen, con la Carmen que ha llevado el nombre de nuestro pueblo por todos los rincones del planeta.

 

Carmen es una mujer sencilla, amiga de sus amigos, madre, esposa, hija y hermana ejemplar. Una persona que desde muy temprana edad sabía lo que quería, y gracias al empuje de sus padres pudo realizar sus sueños. Vinculada con el flamenco desde muy pequeña, con cuatro o cinco años comienza a tomar sus primeras clases con Juan de Triana Y Rosa. Con Juan, permaneció hasta los trece o catorce años, quién vio en ella ciertas aptitudes para el baile, así, desde muy pronto junto con otras chicas y chicos comenzó a promocionarlos. Como Carmen tenía claro que quería dedicarse al baile no dudó en seguir aprendiendo, pero ya en la capital. Iba casi a diario a Sevilla donde entró en la Escuela Flamenco de Manolo Marín y también practicó, aunque poco tiempo, con Farruco, el abuelo de Farruquito. Tiene mucho que agradecerle a Manolo Marín porque considera que gracias a sus enseñanzas su carrera tuvo un gran empuje. Compaginaba su aprendizaje del arte del flamenco con clases con Ana María Bueno quien la prepararía para entrar en el conservatorio y sacarse la carrera de Danza Española.

 

Manolo Paradas, artista local, creo un grupito de personas de Morón que iban haciendo con él actuaciones y este fue el caso de Carmen que, mientras Manolo cantaba y “Domi” tocaba, ella bailaba. Gracias a este último, conocería al que es el compañero de su vida, a su marido, su cómplice, un gran cantaor de flamenco,  Rafael de Utrera, que por aquel entonces ni se imaginaba que terminaría siendo artista. Se conocieron el día de su cumpleaños, cuando acompañando a Domi a una actuación a Ronda,  pasarían por Utrera a recogerlo. Rafael desde el primer momento que la vio quedó muy impresionado y así se lo dijo a su colega.

 

Carmen pasó la audición para la Expo92, y entró a formar parte del elenco de Azabache, con Rocio Jurado, Nati Mistral, Juanita Reina, etc…

 

 Después de un año sin verse y sin mantener ningún tipo de contacto,  Rafael comenzó a visitarla a los Gallos, un tablao flamenco del barrio de Santa Cruz, lugar donde Carmen bailaba. Y fue precisamente donde este fue descubierto (gracias a Rafael de Carmen que lo empujo a que cantara) fue un hecho fortuito que esa noche estaba Luis Adame el dueño del tablao “EL Cordobés” –de la Rambla, Barcelona- y al verlos decidió llevárselos. Después de un año y ocho meses   Rafael Y Carmen contraen matrimonio.

 

 Carmen es una mujer luchadora  que ha intentado no desaprovechar ninguna oportunidad.   Cuando Manolo Marín le dijo que se presentara a las audiciones del Ballet Andaluz no lo dudó, y aunque parezca que el destino se le pusiera en su contra, pasándose el plazo para la inscripción, no fue así, porque siempre te encuentras a gente buena por el camino y pudo hacerlo con el número 113, quedando finalista y entrando a formar    parte del Ballet Andaluz durante seis años, recorriendo el mundo entero, junto con Rafael.

 

Estando un día trabajando en “ El Cordobés”, Cristina Hoyos, que estaba de gira, pasó por allí y los vio actuar y les propuso,  tanto a Rafael,  como a Carmen, que entraran a formar parte de su compañía. Nos habla de Cristina con mucho cariño, porque más que su empresaria, fue y es una amiga, le debe mucho tanto en lo profesional como en lo personal.

 

Al poco tiempo se queda embarazada de su Rafa, su hijo mayor y con sólo 20 días se va a Japón de gira. Su niño se queda evidentemente con su madre a la que le tiene eso y muchas, muchas más cosas que agradecerle. Tras cuatro años en la compañía de Cristina, Carmen siente que tiene que bajar un poco el ritmo, y dedicarse más a su familia, sobre todo cuando se vuelve a quedar de nuevo embarazada. Seguirá con  su pasión pero con trabajos que le permita estar más tiempo con los suyos.

 

Un día Carmen, esta guerrera de la vida, es diagnosticada de cáncer de mama, y ella no se achica, habla con Cristina Hoyos, que también pasó por el mismo trance, quien se pone a su disposición.  Rafael entendió que era hora de mudarse a Morón y así se lo dijo a su esposa. Carmen tenía que estar, en esos momentos, más cerca de su familia.   Surge, así, la idea de montar su academia, su centro cultural “EL tablao”, donde Carmen desarrolla día a día otra de sus pasiones, el transmitir su arte a los demás. Le apasiona sus alumnas y alumnos, aprende mucho de ellos y se siente muy querida. Ya van para cuatro años, y cada final de curso todos y todas aquellos alumnos-as pueden participar de la puesta en escena de un magnífico espectáculo en el que cada año con una temática determinada pueden plasmar todo lo que han aprendido.

 

Carmen se siente agradecida de la vida, lo transmite en su mirada, en sus palabras, en su forma de bailar y en su forma de sentir. Este verano se sintió muy afortunada por bailar aquí en Morón, en un Festival tan reconocido y tan importante como es el Gazpacho, el mismo festival que tantas veces de pequeña iba con sus padres y en el que se quedaba embelesada al ver a esas grandes bailaoras, y sabiendo en lo más profundo de su ser que algún día ella lo entregaría todo en ese escenario.

 

Será el agua de Morón o el aire, no lo sabemos, el que tan buenos y tan reconocidos y reconocidas flamencos y flamencas nacen en nuestra tierra. Gracias a ellos y ellas que llevan el nombre de nuestro pueblo por el mundo. Y gracias a ti Carmen, a nuestra Carmen, a la Carmen: aquella niña que una vez soñó que quería ser bailaora y su sueño se hizo realidad, eso sí, con mucho trabajo, estudio, constancia y por supuesto humildad.

 

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