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Morón

La Casa Consistorial

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Rincones de nuestro pueblo. Situado actualmente nuestro ayuntamiento en un punto donde se cruzan y cortan las calles Corredera, Pozo Nuevo, calle Nueva y San Miguel, rosa de los vientos…

Rincones de nuestro pueblo. Situado actualmente nuestro ayuntamiento en un punto donde se cruzan y cortan las calles Corredera, Pozo Nuevo, calle Nueva y San Miguel, rosa de los vientos que traza el perfil de nuestro pueblo, el  veterano edificio queda presidiendo la plaza que antaño se llamara Plaza de la Libertad y que perdió dicho nombre para adoptar el de Plaza del Ayuntamiento.

No fue hasta 1590 cuando se comenzó la construcción del consistorio donde actualmente está. pues no siempre estuvo en el mismo lugar que hoy se halla, sino que fue su primer emplazamiento en el barrio de Santa María, concretamente en la calle Arquillo, fuera de las murallas del Castillo donde por aquella época la población se asentaba y de donde comenzó a crecer poco a poco.

La construcción del ayuntamiento en el año de 1590 fue una iniciativa de Juan Téllez Girón, VI conde de Ureña y II duque de Osuna.

Como constancia de tal hecho, en la fachada del ayuntamiento primigenio, constaban sendas lápidas donde se indicaba el año de comienzo y el de finalización, 1593, nombrando a la plana  mayor del equipo de gobierno de esos años.

Varias son las reformas parciales que el ayuntamiento debe afrontar, como queda registrado en los Archivos Municipales de Morón de la Frontera.

La reforma llevada a cabo en 1872 fue ejecutada  por Antonio Galán quien presentó un presupuesto por escrito, en el que determinó que bastaría con 10 días de jornada, cada una de las cuales seria cobrada por el trabajador a 16 pesetas el día y donde especificaba todos los gastos como mano de obra, andamiaje, ladrillos y demás necesario, todo lo cual ascendía a la cifra de 650’00 pesetas de la época.Varios son los documentos que nos avalan la intención al menos, de reforma de que el inmueble fue objeto, aunque no en todas las ocasiones la obra se realizó quedando tan solo el presupuesto presentado,  sin ninguna consecuencia posterior.

En 1877 y en vista del estado de derrumbe estrepitoso que el edificio presentaba, se determina derribar una gran parte para edificar el actual inmueble.

El 4 de julio de ese mismo año, el aparejador Miguel Navarrete data en 4.352’75 pesetas el presupuesto para la nueva construcción del ayuntamiento y al año siguiente se sigue trabajando sobre el cuerpo del reloj en el que se destinan 250’25 pesetas para el varamiento, placas y balconcillos con un peso de 286 kilos,  pagados a 875 milésimas de pesetas.

En nuestros días nuestro ayuntamiento goza de una aparente  salud arquitectónica y presume de una bonita y cuidada fachada, con los pórticos taladrados de sus cinco hermosos ventanales en cada una de las dos plantas, que son engalanados por elementos de  entablamento e intradós y por un juego bicolor que hace de la fachada una bonita entrada al consistorio y que le aporta una calidez cercana y agradable.

El ayuntamiento ha sido testigo indolente del transcurrir del tiempo y de las costumbres y movimientos sociales. Por su plaza corrió encabritado el toro de cuerda, costumbre de antaño, que duró el tiempo justo hasta que una desgracia hizo reflexionar al alcalde de turno y decidió tajantemente suprimir la fiesta.

Por su plaza pasaron procesiones, de aquellas que salen de los templos y de aquellas en que el pueblo quedó reducido a cenizas a manos de unos cuantos que se hicieron con el poder. Manifestaciones más de cien y de doscientas, pasacalles carnavalescos  y hasta desfiles de animales circenses tristes y amargados.

Junto a él, en lo más alto de su existencia, una pareja de ajenas cigüeñas, alcaldesas mayores por derecho propio, sin pompa pero revestido de todo el honor, se hicieron dueñas del templete del reloj, donde colocaron su nido y desde donde divisan, encumbradas en ese enclave privilegiado, toda la rutina diaria que los moronenses repetimos,  nuestro ir y venir por el centro de la ciudad, que es sin duda el lugar más concurrido y transitado.

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