Morón
Encuesta de El País augura el fin del bipartidismo.
El PP tendría una estimación de voto del 22,5%, el PSOE del 20,2%, IU del 16,6 y UPyD el 13,1, …
El PP tendría una estimación de voto del 22,5%, el PSOE del 20,2%, IU del 16,6 y UPyD el 13,1, según un sondeo de Metroscopia para El País, que calcula un supuesto de participación del 52%.
La rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros del 26 de abril fue vista como el punto de no retorno del Gobierno de Mariano Rajoy. Como el momento en el que las expectativas que creó antes de las elecciones de noviembre de 2011 se venían abajo al admitir, por ejemplo, que no se crearía empleo en esta legislatura. Los 6,2 millones de parados y esa imagen de rendición se concretan dos semanas después en un desmoronamiento de la imagen del Gobierno y de su presidente, según el sondeo de Metroscopia para EL PAÍS. El PP está en el 22,5% de estimación de voto, es decir, casi en la mitad del 44,6% de las últimas generales. En caso de elecciones, parte de su electorado podría movilizarse, pero ese 22,5% es el resumen del estado de ánimo del momento.
Ha perdido dos puntos en un mes y de su caída libre da cuenta que la tercera fuerza, Izquierda Unida, está a solo seis puntos de los populares. Gobiernan con mayoría absoluta, en soledad y, según el sondeo, completamente alejados del sentir ciudadano.
Todos los indicadores muestran que la imagen del Gobierno y de su presidente se han derrumbado. No ha servido para frenar la caída la comparecencia de Rajoy en el Congreso el miércoles, con apariencia de discurso dirigido a los cuadros de su partido, más que a los españoles faltos de liderazgo. Vendió con el entusiasmo del que es capaz su éxito sobre la prima de riesgo, un dato intangible para los que sufren recortes y desempleo. Los indicadores de rechazo global llegan a cifras récord: el 80% tiene una impresión negativa del Gobierno; el 74% da por hecho que improvisa; el 87% desconfía de Rajoy y el 77% desaprueba su gestión.
El 71% desearía un pacto de Estado para hacer frente a la crisis económica
Hay siete ministros que suspenden entre los votantes del PP y, pese todo, el presidente valora positivamente la labor de los miembros de su equipo y asegura que no tiene intención de cambiar a ninguno antes del verano. El Gobierno está reducido a escombros como lo prueba que los ciudadanos sean más críticos con el actual Gabinete de lo que fueron nunca con el último de José Luis Rodríguez Zapatero, que acabó como acabó. Como Rajoy nunca ha sido un líder, la paz interna acrítica se la daba su poder institucional y la abrumadora mayoría absoluta, pero ahora la desesperanza ha empezado a abrir grietas entre él y sectores ruidosos del partido que ven traicionados sus principios sin resultados. Esperanza Aguirre y otros barones regionales no ocultan su disgusto por el incumplimiento masivo del programa y el entierro de sus expectativas. Y la respuesta de Rajoy, para que todos sepan que seguirá sin cambiar el paso, se asemeja a la inscripción de la entrada del infierno de Dante: Que abandonen toda esperanza. La falta de liderazgo hunde la impresión general sobre los principales partidos, porque solo la mitad de los españoles dice que votaría y la tercera fuerza política sería hoy la de la papeleta en blanco.
No hay amparo en el PSOE porque Alfredo Pérez Rubalcaba está en el punto en el que todos girarían la cabeza descreídos aunque proclamara el establecimiento del paraíso terrenal en la tierra. Su imagen se sigue deteriorando, a la espera de ver si aguanta un año más en su travesía de redefinición ideológica y con el PSOE en una estimación de voto del 20,2%, la más baja de su historia, a 2,3 puntos del PP, pero con solo una ventaja de 3,8 puntos sobre IU.
La pregunta entre los dirigentes del PSOE es qué puede ocurrir en las elecciones europeas de dentro de un año, cuando castigar a los dos grandes partidos no tiene consecuencia en gobiernos concretos y hay una circunscripción única que les perjudica. Dirigentes socialistas empiezan a prepararse, si alguien no lo remedia, ante la posibilidad cierta de ser la tercera fuerza política por primera vez.