Opinión
Domingo de Resurrección. Por Juan Segura
(Mi contribución a la semana de fiesta pagana e idolátrica, tan estimada por Teresa Rodríguez, como seña de identidad andaluza. Como si Zamora, Valladolid, Murcia, Albacete…o Filipinas participaran de la “cultura andaluza”)





(Mi contribución a la semana de fiesta pagana e idolátrica, tan estimada por Teresa Rodríguez, como seña de identidad andaluza. Como si Zamora, Valladolid, Murcia, Albacete…o Filipinas participaran de la “cultura andaluza”)
(Las ideas de Jesucristo eran tan buenas que tuvieron que crear la Iglesia para combatirlas).Augusto Monterroso.
En el mundo hay muchas ideas peregrinas.
Últimamente han aparecido una gran cantidad de personas que difunden una serie de ideas anticientíficas que, por lo que se ve y se escucha, están consiguiendo que millones de personas crean que la tierra es plana y no esférica. Son los terraplanistas.

Otros muchos millones creen en los horóscopos y en la astrología. Y hay hasta ministros de sanidad, como el Sr. Kennedy en USA, que son antivacunas y hasta el mismísimo presidente de los Estados Unidos, Sr. Trump, nos ilustró sobre el remedio para combatir el COVID-19: unas gotitas de lejía disueltas en un poco de agua.
Todas estas tonterías se reproducen, como setas en primavera, a través de las mal llamadas redes sociales. Por los estragos que están haciendo, especialmente en la infancia y la juventud, creo que sería mucho mejor catalogarlas como redes antisociales.

Hay, hoy, una gran alarma en el mundo acerca de las falsas noticias (me cabrea que se escriba en inglés todo aquello que se pueda decir, igual o mejor, en castellano)
He observado que la mayoría de la población (incluidos muchos de los tertulianos de la tele, la radio y otros ámbitos), cree que estos fenómenos son algo reciente, actual.
Nada más lejos de la realidad. Algunas de estas mentiras se vienen repitiendo desde hace miles de años como si fueran realidades evidentes. No tenemos, pues, que extrañarnos de que millones de personas tengan sus cerebros dispuestos a creerse todo tipo de falsedades. Han sido entrenados para ellos durante siglos y milenios.
Para que no vean que tengo especial inquina sobre nadie me referiré a algunas de dichas mentiras repetidas por las distintas sectas e iglesias constituidas.
Los budistas creen en la metenpsicosis y los cristianos, judíos e islámicos en la resurrección.
Uno puede creer en lo que quiera: en que la tierra es plana, en que el cáncer se cura con lejía (como dice un famoso curandero catalán), en que los burros vuelan… pero no hay ni una sola evidencia de que las almas sobrevivan a la muerte y mucho menos que los cuerpos puedan resucitar si están bien muertos.
Es más, todas las evidencias nos muestran lo contrario. El alma no es otra cosa que el cerebro. Cuando el Parkinson, el Alzheimer o la ELA se apoderan de una persona y sus neuronas empiezan a morir, lo que llamamos alma, la personalidad propia, se hace añicos. Nuestra identidad personal desaparece aún antes de la muerte cunado estas enfermedades se apoderan de nosotros.
Decía León Felipe en un célebre y extraordinario poema que “el miedo del hombre ha creado todos los cuentos”
La mentira no es una cuestión de la actualidad. Tiene miles de años. Los sacerdotes egipcios, conocedores ya de bastantes elementos de astronomía, eran capaces de predecir eclipses. Y se valían de ese conocimiento para aterrar al pueblo y tenerlo sometido. Les hacían creer que ellos tenían poder para provocarlos. Hay una película, Faraón, que explica perfectamente esta situación.
Miles de años después la humanidad todavía se encuentra sometida a toda clase de patrañas. Si las personas quieren liberarse de las mentiras que les cuentan hoy, les aconsejo que empiecen por no creer en cosas que no están demostradas científicamente. Como decía un sabio político latinoamericano: no creas, lee.

