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Opinión

Crónicas del Antiguo Testamento: JACOB, también llamado ISRAEL

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Dejamos dicho que Abram, Abraham más tarde, cuando Jehová selló con él su Alianza, tuvo un hijo con Sara teniendo ambos sobre cien años y ella ya había dejado de ovular. A ese hijo le llamaron Isaac y, llegado el tiempo de merecer, Abraham envió una delegación de sus hombres, con un siervo de confianza al frente, al que hizo jurar, con la mano bajo su muslo (por lo visto esta era la manera que tenían entonces de jurar este clan), que no emparejaría a su hijo Isaac con ninguna cananea, a la tierra donde vivía su familia.

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Abraham tuvo muchos otros hijos e hijas con esclavas y concubinas, pero el ojito derecho de Jehová era Isaac, el que había engendrado Sara por su concurso milagroso. Jehová firmó la Alianza con Abraham y su descendencia después de que el patriarca hubiera estado dispuesto a degollar a su tan amado hijo, a petición de Jehová. Esto me recuerda las “hazañas” (más bien chulería le llamaría yo de Guzmán el Bueno y del general Moscardó según cuenta sus hagiógrafos). Porque hay que estar algo más que loco para estar dispuesto a degollar a tu propio hijo porque alguien, por más dios que se diga, te lo pida.

Al comprobar la fe del carbonero que le tenía, Jehová mandó a uno de sus ángeles para decirle: “Juro por mí mismo, palabra de Jehová, que por haber hecho esto y no haberme rehusado tu hijo, tú único hijo, te colmaré de bendiciones y multip0licaré inmensamente tu descendencia, como las estrellas del cielo, como la arena que hay a la orilla del mar. En tu descendencia serán benditas todas las naciones, y tu descendencia poseerá la puerta de sus enemigos” (Génesis, 22,16-18)

El siervo trajo, de las tierras donde había vivido Abraham y sus padres, a Rebeca, que era de la familia y no cananea. Nada de mezclar razas “puras” con “impuras” Por algo lo habría escogido Jehová para que fuese el patriarca del “pueblo de Dios” Y el pueblo de Jehová, lo mismito que los arios alemanes, no era conveniente que se mezclaran con otros pueblos. Jehová, en este y en otros muchos episodios de la Biblia, se muestra como un verdadero y genuino racista.

Pero Rebeca resultó ser estéril (este cuento se repite con demasiada frecuencia) Y aquí se recurre otra vez a Jehová, como ginecólogo, para que la estirpe siga. El caso es notable porque parece que, por aquel entonces, no conocían todavía la fecundación “in vitro”: “Isaac oró a Jehová por su mujer, porque era estéril. Jehová le escuchó y Rebeca quedo encinta” (Génesis, 25,21) Rebeca tuvo un parto doble. Salió primero Esaú y dando muestra de lo aprovechado que iba a ser, a continuación, salió Jacob agarrando con su mano el talón de Esaú, aprovechando el estirón de la partera.

Las inclinaciones de ventajista se le vieron a Jacob desde muy temprano: “Crecieron los niños: Esaú llegó a ser un diestro cazador y hombre de campo, mientras Jacob era hombre tranquilo y amante de la tienda. Isaac amaba a Esaú porque la caza era plato de su gusto, mientras que Rebeca prefería a Jacob” Génesis, 25,27-28)

Aparte de lo del talón, la primera gran “putada” que hizo Jacob a su hermano es la de chantajearlo con un plato de lentejas para que le cediese su derecho de primogenitura. Esto era muy importante porque el primogénito entonces era como el “hereu” (heredero en catalán) O sea, el que heredaba todo. Pero entonces era más a lo bestia, pues la herencia iba siempre al varón. El desprecio de Jehová y, como consecuencia, del pueblo hebreo hacia las mujeres era impresionante, brutal.

Ocurrió tal cosa un día en que Esaú llegó desfallecido del campo, con hambre canina, y Jacob estaba guisando un potaje de lentejas: “dijo (Esaú)a Jacob: “déjame comer eso rojo que tienes ahí. Estoy agotado” “Véndeme primero tu primogenitura” -respondió Jacob-“ (Génesis, 25-30)

La siguiente que le jugó a su hermano Esaú fue más importante. Porque aquí ya no se trataba de la herencia sino de la bendición de Isaac ante Jehová que haría a Esaú el “heredero” de la Alianza que había establecido con Abraham e Isaac. Se cuenta en el capítulo 27 del Génesis que, sintiéndose viejo y casi ciego, llamo a Esaú y le dijo que saliera a cazar y que le preparara un guiso con la carne para que la comiera y le bendijera, ante Jehová, antes de morir.

Rebeca oyó el episodio y llamó a Jacob para preparar el engaño. Le mandó al rebaño para coger dos cabritos y hacerle un guiso al gusto de Isaac. Como Esaú era bastante velludo, Rebeca disfrazó a Jacob con las pieles de los cabritos muertos, y éste se presentó ante su padre diciéndole que era Esaú. Isaac cayó en el engaño y lo bendijo ante Jehová.

Cuando Esaú se presenta ante su padre para que le bendijera se dan cuenta ambos que Jacob, con el consejo y la complicidad de Rebeca, les había hecho otra “pirula”

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“Tu hermano vino con engaño y se llevó tu bendición” (Génesis, 27,35) le dice Isaac a Esaú y, éste, amargamente se queja: “Primero se llevó mi primogenitura y ahora ha tomado mi bendición” (Génesis, 27-36)

El enfado de Esaú fue tan grande que se juró matar a su hermano en cuanto falleciese Isaac. Enterada Rebeca de las intenciones de Esaú, llamó a Jacob y le dijo que se najara cuanto antes de allí, que se fuera a las tierras de su hermano Labán en Jarán.

Si Jehová hubiera sido un dios como dios manda, no hubiera premiado, como premió, al sinvergüenza de Jacob. Y ahora el estado de Isael no se llamaría así sino Esaú. En vez de isralita, esauita sería el gentilicio de los judíos que usurpan Palestina.

Jacob se casó con Raquel que también resultó estéril. Me da a mi la impresión de que el cuento de que todas eran estériles es con el exclusivo propósito de que intervenga el ginecólogo Jehová para demostrar sus dotes milagrosas y quedarse con el personal.

Jacob estuvo dando tumbos de aquí para allá con el fin de no encontrarse con Esaú, al que tenía un miedo atroz y, mientras tanto, Jehová le hizo inmensamente rico. Llegó el momento que ya no pudo esquivar más a su hermano y entonces se dirigió con mucha “humildad” hacia él, que venía dispuesto a cargárselo, enviándole a la mitad de sus tropas con tropecientos novillos, tropecientas ovejas y cabras de cría y una cantidad inmensa de regalos de calidad.

Así logró aplacar la ira de Esaú.

Pero antes de este episodio sucedió otro de mucha importancia para el pueblo elegido por Dios. Resulta que, en uno de estos viajes, montó su campamento. Por la noche se despertó y cogió a sus mujeres y a sus hijos y pasó el vado de Yabboc. Entonces un hombre se puso a luchar con él hasta despuntar la aurora. Resulta que ese hombre era Jehová. Le dijo que le soltara y le peguntó que como se llamaba:

– ¿Cómo te llamas?

– “Jacob”, respondió.

– “Pues no te llamarás ya Jacob-dijo el hombre-, sino Israel, porque has luchado contra dios y contra los hombres y has vencido” (Génesis,32, 28-29)

Eso es lo que significad “Israel” en la lengua de aquel tiempo: “el que lucha con dios y lo vence” Como Jacob tuvo doce hijos (las hijas no se cuentan) se formó una tribu con cada uno de ellos. De ahí lo de las “doce tribus de Israel”

Jacob, perdón Israel, peleó también con todo dios para arrebatarles sus tierras. Y lo hizo apoyado por el exterminador Jehová, pasando a cuchillo a todo bicho viviente, no hacían prisioneros.  Cuando iba a morir le dijo a José (el penúltimo de sus hijos que fue una figura relevante en Egipto al adquirir el aprecio del faraón por sus dotes adivinatorias:

“Yo voy a morir, pero Dios estará con vosotros os llevará de nuevo a la tierra de vuestros padres. Y a ti te doy, más que a tus hermanos, la posesión que quité a los amorreos con mi espada y con mi arco” (Génesis, 48,21-22)

Y de esta manera se explica como el “pueblo de dios” (esta vez utilizada la expresión en sentido lato) puede seguir eligiendo a sinvergüenzas para que los gobierno. ¿No eligió Jehová al sinvergÚenza de Jacob (perdón, Israel)? Y digo yo que el pueblo tiene derecho a equivocarse más que dios. Pues eso, que vamos a ver que pasa mañana, 23 de julio.

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