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Un jardín de justicia para las 17 rosas

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Las mujeres fusiladas en Gerena durante la Guerra Civil reciben 75 años después su funeral. Ya reposan…

Las mujeres fusiladas en Gerena durante la Guerra Civil reciben 75 años después su funeral. Ya reposan en un panteón en el cementerio de Guillena.

Dolores Aguilera se une a la multitud portando un modesto ramo de flores. No hace falta contarlas. Tiene 17 rosas rojas, a las que les acompañan dos claveles blancos. "Son por los niños que esperaban dar a luz dos de ellas antes de ser torturadas y fusiladas", se sobreentiende del hilo de voz que brota de su garganta mientras se suma a la multitud de familiares y vecinos que, tras unos interminables años de lucha, aguardan la llegada de unos coches fúnebres que han tardado la friolera de 75 años.

Transportan los cuerpos de Eulogia, Natividad, Manuela, Josefa y así hasta 17 mujeres que fueron torturadas, asesinadas y arrojadas a una fosa común a 14 kilómetros de su hogar, en la vecina Gerena; y que recibieron ayer esa digna sepultura que les arrebató la barbarie de la Guerra Civil.

El cortejo fúnebre, que asistió a un homenaje previo en Gerena, se demora. "Después de todo lo que hemos esperado, no pasa nada por cinco minutos más", comentan entre murmullos los familiares, que forman un corrillo alejado unos metros de la nutrida cohorte de políticos, que espera en la plaza del Consistorio. Esos murmullos, algún sollozo y el doblar de las campanas son los únicos sonidos en una Guillena silenciada ante la llegada de unos restos que llegan guardados en cajas, cada una con una etiqueta con el nombre y apellidos de cada víctima.

El silencio sepulcral continúa hasta la calle Real, lugar que el 12 de octubre 1937 fue el epicentro del escarnio público al que fueron sometidas las 17 rosas de Guillena. Aquel día, según relatos de los testigos de entonces, fueron sacadas con las cabezas rapadas y ropajes inservibles para humillarlas en esa misma calle. Ayer, la imagen era bien distinta. Los dos coches fúnebres pararon frente al Consistorio y, una vez allí, asomaron, primero tímidamente y luego en cascada, las banderas tricolor. "¡Viva La República!", gritaban en la cabecera del cortejo, mientras desplegaban una inmensa bandera, portada por una veintena de personas. "¡Vivan las mujeres de Guillena!", continuaban con paso animoso.

Más atrás, los familiares apenas hacen caso a banderas y cánticos. Sus cinco sentidos reposan en el reencuentro. Como el de Dolores Palacios, que ayer estuvo "más cerca que nunca" de su madre, Josefa Hidalgo, a la que no recuerda porque se la arrebataron cuando apenas tenía año y medio de vida. Sus ocho hermanas, y en especial la mayor, cuidaron de ella. Ahora, 75 años después, es la única superviviente para cerrar esta herida. Para ello, se desplazó una vez más desde Barcelona, su lugar de residencia, y pese a su estado de salud, mermado tras sufrir un accidente de tráfico. "Este funeral es posible gracias a mis sobrinos", dice emocionada.

Ya en el camposanto, lleno a rebosar y entre un mar de banderas republicanas y el himno de Riego como melodía, arranca un acto iniciado por los políticos -primero tomaron la palabra los alcaldes de Gerena y Guillena- pero que continúa con pellizcos de emoción, sobre todo en cuanto la presentadora del acto, nieta de una de estas 17 rosas, pronuncia uno a uno los nombres de las víctimas para que sean los familiares los que depositen los restos en el panteón dispuesto para recordarlas siempre y reparar el daño infligido. Primero es Manuela Méndez, luego Rosario León.

Y entre medias, sale el sol por primera vez en una mañana gris que amenaza con llover. Cada familia tiene una reacción: los brazos en alto en señal de victoria de los allegados deTomasa Peinado; o las lágrimas desconsoladas de la familia de Natividad López. Todos ellos salen sin su caja, pero entre aplausos y con una rosa símbolo de esa sensación de reparación de lo sufrido. Un regalo que alguno, como Ana Gómez, nieta de Manuela Liánez, prefiere entregar a Francisco Javier, uno de los bisnietos. "A él le durará más y, además, ha movido esto que hace años parecía imposible", manifiesta. En concreto,siete años y medio han hecho falta para hallar los cuerpos y devolverlos a Guillena.

Luego llegarían la lectura de un poema y el descubrimiento de una placa en su honor con los 17 nombres y un lema: Verdad, justicia y reparación. Toma la palabra María José Domínguez, aunque su voz entrecortada no es tanto la de la luchadora presidenta de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica 19 Mujeres sino la de la nieta que es de Manuela Méndez. Aguantando el tirón, lanza agradecimientos a arqueólogos, políticos, voluntarios y a algún nombre propio, como el del excomisario para la memoria histórica Juan Gallo.

En el tintero no deja a nadie. Ni siquiera al artífice de que se localizara la fosa común en la que fueron arrojadas las 17 rosas:el niño de 9 años que vio el fusilamiento desde un olivar cercano. José Domínguez Núñez, ahora ya con 80 años y en la recta final de su vida, se fundió ayer en abrazos con los familiares. "No estoy para dar muchos discursos", afirmó. Pero sus pocas palabras fueron suficientes para arrancar un pellizco a los cientos de asistentes. Aunque mostró su satisfacción por haber contribuido a que "vuestros seres queridos puedan estar en el pueblo",no ocultó su resignación por no haber podido encontrar el cuerpo de un hermano suyo, que fue asesinado con 22 años y a un mes de casarse "por los rojos".

"Ya no puedo buscar, tengo 84 años y me moriré con esa pena", indicó justo después de recibir una placa de agradecimiento. Placas que también entregaron al pueblo de Gerena, que recibió su alcaldesa, Margarita Gutiérrez; y al profesor del IES Gerena Leonardo Alanís, al que se le felicitó por educar a los jóvenes en una historia que quedó oculta como la Guerra Civil y el Franquismo. "Sólo hacía mi labor de educador, porque hay un jardín al que hay que regar siempre: el de la verdad", expresó.

Tras ello, la presidenta reclama que el Estado ponga todos los medios para "recuperar a los que aún están tirados como perros en las cunetas". "No es una cuestión de venganza, sino de justicia", afirma. Como la de ayer, que cerró al fin 17 heridas del pasado que permitirá que las familias descansen en paz.

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