Morón, con 14 muertes, es la cárcel española con más presos fallecidos por sobredosis



Un artículo de Público.es informa sobre las muertes por sobredosis en las cárceles españolas entre 2017 y 2021 –último año del que hay datos disponibles–, que  supusieron el 43% de los fallecimientos por causas no naturales en prisión, según los informes de mortalidad de Instituciones Penitenciarias (IIPP) logrados por el citado medio a través de una solicitud de transparencia. El consumo de drogas es, de hecho, la segunda causa de muerte no natural entre los presos españoles. La primera es el suicidio, en claro ascenso en la última década. En tercer lugar se encuentran los accidentes, que supusieron en ese mismo periodo un 5% del total –19 muertes–, y siguen las agresiones entre presos: 11 muertes, que representaron un 3% del total.

Según el diario Público, de todos los centros penitenciarios activos en el país, son los de Pontevedra, Sevilla y Cádiz los que alcanzaron las tasas más altas de muertes por consumo de estupefacientes. No se incluyen en este recuento las prisiones de Catalunya, cuya información se centraliza en dicha comunidad autónoma.

MORÓN LIDERA ESTE DEVASTADOR RANKING

La cárcel del municipio Morón, registró 14 muertes por sobredosis entre 2017 y 2021. Ocupa así el primer puesto en el ranking de cárceles con fallecidos por consumo de drogas, seguido de las de Sevilla y Cádiz.

En términos relativos a su población reclusa, que osciló en torno a los 950 internos anuales en ese periodo, la cárcel de Morón también es la primera  que más muertes de este tipo registró: una media de 15 fallecimientos por consumo de drogas por cada 1.000 internos.

Al explicar las causas de la concentración de sobredosis en las cárceles de determinadas regiones, al argumento de la disponibilidad de droga en el exterior se le suman otros. Jorge del Cura, miembro del Centro de Documentación contra la Tortura, dice que también influye de manera determinante «la deficiente atención sanitaria en prisiones, la existencia o no de actividades culturales o el alto número de personas presas en determinados centros».

Por eso, reducir este problema pasa por tomar medidas que no sólo busquen acabar con la entrada de droga en la cárcel a través del aumento de los sistemas de vigilancia y control de las visitas o las salidas al exterior de los presos, tal y como demandan desde el CSIF. Sino abordando el problema de forma integral, atendiendo necesidades psicosociales y mejorando las condiciones de vida en los lugares de reclusión. Incluso, como plantea la Red de Atención a las Adicciones (UNAD), buscando «alternativas a la prisión para el cumplimiento de penas».

Ante las precarias condiciones de vida y la superpoblación reclusa, el consumo de estupefacientes supone una fuga y desahogo para las personas encerradas. Los reclusos usan las drogas «no sólo para divertirse, sino para sobrellevar las condiciones de vida en prisión: falta de libertad, falta de contactos familiares y amigos, falta de actividad, soportar enfermedades y/o dolores que no reciben una atención médica adecuada», advierte Jorge del Cura.