Opinión
La ‘ministra mindfulness’ del recibo de la luz
No es lo mismo gobernar que ser una charlatana que pide “empatía social” pudiendo escribir en el Boletín Oficial del Estado
_No es lo mismo gobernar que ser una charlatana que pide “empatía social” pudiendo escribir en el Boletín Oficial del Estado
La ministra de Transición Energética, Teresa Ribera, la responsable de poner fin al robo del oligopolio eléctrico a través del recibo de la luz, ha comparecido este lunes en el Congreso para pedirle “empatía social” al poder concentrado porque el PSOE rechaza de plano usar el Boletín Oficial del Estado (BOE) para poner orden en un mercado que subirá este año en un 25% la factura de la luz y que es responsable de que la inflación haya llegado a niveles récords, al 3,3%, tres décimas por encima de lo que marca la Comisión Europea como niveles aconsejables de desfase entre los salarios y el precio de los productos básicos de la cesta básica de las familias.
Una ministra que le pide “empatía social” a una mafia desatada, que se ha marcado como objetivo usar el recibo de la luz para derribar al Gobierno, es una tertualiana, una coach de mindfulness, una vendehúmos, una sacerdotisa, una charlatana, pero en ningún caso una ministra. Al menos no una ministra seria y solvente.
La renuncia de la ministra a intervenir en el mercado eléctrico, ya sea fijando precios máximos, desprivatizando alguna de las empresas privatizadas o creando una empresa pública de energía que favorezca la competencia con el oligopolio, no es otra cosa que la demostración de la inutilidad de la (ex)socialdemocracia para defender la igualdad y la justicia social, así como el desprecio al Estado como herramienta para corregir las distorsiones que provoca el libremercado. ¡Si Keynes levantara la cabeza!
Ribera, que cuando llegó al Consejo de Ministros fue promocionada como una ecologista a la izquierda del PSOE, lo que ha escenificado no es más que la falta de proyecto económico del PSOE, de un proyecto económico diferenciado con PP, Vox o Ciudadanos. En su día, el PSOE fue un partido pragmático capaz de tomar medidas económicas liberales o progresistas, o eso decían los socialistas para salir al paso de las acusaciones de derechización.
La realidad es que el PSOE es un partido dogmático desde hace muchas décadas porque es incapaz de actuar en lo económico al margen del dogma neoliberal que desprecia el Estado como herramienta para defender el bien común y poner orden en el mercado cuando éste abraza la usura, el abuso y es ineficaz para defender el interés general de la ciudadanía y los intereses estratégicos del país.
El mismo día que la ministra mindfulness ha pedido “empatía social” al oligopolio eléctrico, han entrado en vigor las restricciones a la industria de la ludopatía, aprobadas por el Ministerio de Consumo de Alberto Garzón. En Valencia, también este mismo lunes, Mónica Oltra, vicepresidenta de la Generalitat, ha atado en corto a las empresas privadas que gestionan las residencias de ancianos y ha ofertado 7.100 plazas públicas. La diferencia entre gobernar para proteger al pueblo y pedir “empatía social” a los poderosos.
La empatía social no se le exige a las empresas, sino a los gobernantes. Para esto votan los ciudadanos cada cuatro años, para que la empatía social se convierta en ley, decreto o reglamento y se publique en el Boletín Oficial del Estado o de cualquiera de las comunidades autónomas o diputaciones provinciales de nuestro país. La petición de “empatía social” a las empresas, por parte de la ministra mindfulnes, es una tomadura de pelo a las familias que se las ven y se las desean para pagar el recibo de la luz o que no pueden encender el aire acondicionado en verano ni la calefacción en invierno.
El PSOE no falla. Cada vez que llega la hora, entre proteger a las clases medias y trabajadoras o a las multinacionales, el PSOE se posiciona con los poderosos y desprecia el Estado como herramienta para hacer política a favor de los de abajo. No es lo mismo gobernar que ser una charlatana que pide “empatía social” pudiendo escribir en el Boletín Oficial del Estado.