Opinión
Encubriendo al amo (o cómo los medios evitan mencionar quién tiró la bomba atómica). Por Diderot
El 6 de agosto es una fecha memorable, o sea, digna de ser recordada. Ese día es difícil de ocultar porque en Hiroshima se hace un acto al que acude el Secretario General de Naciones Unidas.
_El 6 de agosto es una fecha memorable, o sea, digna de ser recordada. Ese día es difícil de ocultar porque en Hiroshima se hace un acto al que acude el Secretario General de Naciones Unidas.
El 6 de agosto se conmemora una infamia insuperable: el “pequeño niño” (Little Boy llamaron los yanquis a esa bomba atómica) estalló sobre Hiroshima ocasionando ciento de miles de víctimas de una sola tacada y dejando un solar donde había una ciudad.
No quiero poner el énfasis de este artículo sobre los crímenes de guerra, ahora que tanto se acusa a los rusos de cometer dichas fechorías. Los EE.UU no cometen crímenes de guerra, sus bombas y misiles no matan a civiles. No cometen crímenes de guerra. Son “daños colaterales”
Pero de lo que quiero hablar aquí es del vasallaje de la prensa española con respeto a EE.UU. Es más que evidente que España es un país intervenido, carente de verdadera soberanía nacional.
El día 6 de agosto dan en La Sexta una noticia sobre la bomba de Hiroshima dentro de la cual la locutora dice lo siguiente: “después de ser atacada por la primera bomba atómica”
Quizás por eso le pusieron “pequeño niño” a la primera bomba atómica que hicieron estallar sobre población civil. Para el redactor o redactora de la noticia Hiroshima fue “atacada por” una bomba atómica que, gracias a la preposición por, se convierte en un ser vivo con voluntad para atacar.
Es más que evidente que, consciente o inconscientemente, el redactor o redactora de la noticia tenía el propósito de ocultar que fue Truman, el presidente de los EE.UU., quien dio la orden, y el ejército de los EE.UU, quien la ejecutó.
Luego vendría la de Nagasaki. Otros cientos de miles de “daños colaterales”
Tienen la cara dura de llamar criminales de guerra a los demás, ocultando quien es el mayor criminal de guerra del siglo XXI, con sólidos antecedentes en el XX.
Ocultación a la que contribuyen todos los vasallos del mundo.
No nos dejemos engañar.