Opinión
Contra el papanatismo del que sigue creyendo que la democracia yanqui es la mejor del mundo
Un sistema electoral totalmente obsoleto e injusto en el que puede resultar elegido presidente un individuo como Trump con tres millones de votos populares menos que su contrincante.
_Me he tirado toda mi vida, que empezó a mediados del siglo pasado, oyendo y leyendo que la democracia yanqui era la mejor del mundo. Es un dogma de fe divulgado a troche y moche, con persistencia agobiante, por la inmensísima mayoría de los medios de comunicación.
Jamás comulgué con semejante rueda de molino. Desde muy joven tuve la oportunidad de comprobar que en los Estados Unidos de América no había democracia (poder del pueblo) en absoluto. Lo que había era un régimen plutocrático (poder del dinero) que promovía guerras, invadía países soberanos asesinando a civiles a mansalva, bloqueaba y embargaba a quien les daba la gana.
Lo que existía realmente era una potencia imperialista que se quería imponer al mundo entero empleando todos inmensos recursos a su alcance y muy particularmente la guerra. Estudien a fondo, queridos lectores, queridas lectoras, la historia del siglo XX y de lo que lleva este siglo XXI (huyendo de la propaganda gringa) y lo comprobarán.
Pero no hace falta estudiar tanto. Simplemente hay que echar un vistazo a su sistema electoral para comprobar lo que estoy diciendo. Un sistema electoral totalmente obsoleto e injusto en el que puede resultar elegido presidente un individuo como Trump con tres millones de votos populares menos que su contrincante. Un sistema que dificulta el voto de las personas con menor nivel de renta. Un sistema que desincentiva la participación popular. Un sistema en el cual como no cuentes con unos pocos cientos de millones de dólares no tienes ninguna oportunidad de ser elegido para nada.
Un sistema que, en un país con la tecnología más avanzada del mundo, es incapaz de dar los resultados electorales con la rapidez que se dan en España, en Cuba o en Venezuela.
Un petardo de sistema electoral que anda coherentemente imbricado con la falta de valores humanistas de una gran cantidad de yanquis que profesan, con orgullo y chulería, una serie de contravalores: el racismo, el belicismo, la posesión de armas de fuego, la xenofobia, el individualismo más extremo, la insolidaridad para con sus mismos conciudadanos,…y pare usted de contar porque, si no, no terminamos.
Un petardo de sistema electoral que, como las primarias de algunos partidos aquí en España, no tiene en cuenta los sentimientos ni el voto de la parte perdedora.
Un ejemplo. Supongan que en el estado de California Trump hubiera sacado quince millones de votos y Biden catorce millones novecientos noventa y nueve mil novecientos noventa y nueve. Los 55 compromisarios electores de California los hubiera ganado Trump y Biden ninguno. Con sólo un voto menos los votos de Biden van a la basura directamente, no valen nada.
¿Es esto justo? ¿Es de sentido común?
No les canso más. Este artículo lo he escrito especialmente contra los papanatas. Contra el papanatismo. Contra todas aquellas y todos aquellos que están dispuestos a comulgar con ruedas de molino.
Diderot.