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Morón

Funcionarios de prisiones piden que se prohíba la venta de latas y lejía tras agresiones en cárceles como las de Morón

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Las últimas agresiones demuestran que los internos utilizan para agredir estos productos disponibles en los economato, como en el centro penitenciario de Morón de la Frontera donde un interno 

  • _Las últimas agresiones demuestran que los internos utilizan para agredir estos productos disponibles en los economato, como en el centro penitenciario de Morón de la Frontera donde un interno le echó lejía en los ojos a un funcionario, que sufrió lesiones que precisaron tratamiento hospitalario.

 

Latas de refrescos y de conservas, palos de escoba de madera o aluminio, y lejía: son los productos que funcionarios de prisiones tienen en su punto de mira, por el uso que algunos internos hacen de ellos para agredir a otros presos o a los propios funcionarios de prisiones.

 

Confidencial Digital ha tenido acceso a la carta que la Agrupación de los Cuerpos de la Administración de Instituciones Penitenciarias (ACAIP), el sindicato mayoritario entre los funcionarios de prisiones, ha enviado a la gerencia de la Entidad Estatal de Trabajo Penitenciario y Formación para el Empleo.

 

Este organismo público se encarga de gestionar los economatos de las cárceles, donde se vende una variedad de productos de uso cotidiano para los presos.

 

ACAIP se dirige a la Entidad Estatal de Trabajo Penitenciario y Formación para el Empleo para pedirle que reconsidere algunos de los productos que vende en los economatos de las prisiones, ya que sirven como “arma” para los presos.

 

El peligro de las latas

 

Mencionan concretamente las latas de conservas y de refresco, hechas de aluminio, por ser muy cortantes. En los últimos meses, según ACAIP, se han producido incidentes violentos con estos elementos.

 

 

Por ejemplo, una interna provocó cortes en el cuello a un trabajador del centro penitenciario de Topas (Salamanca) con una lata. El agredido tuvo que recibir diez puntos de sutura a pocos centímetros de la arteria carótida.

 

En la cárcel de Aranjuez (Madrid), un interno se fabricó un pincho carcelario con una lata de conservas, y con el mismo dejó lesionados a varios funcionarios.

 

 

Un tercer caso tuvo lugar en Alicante, donde un preso usó la tapa de una lata de conserva para intentar cortar a un funcionario.

 

Además, el sindicato mayoritario entre los funcionarios de prisiones destaca que en esa misma prisión de Fontcalent, en Alicante, un preso trató de autolesionarse con la chapa de una lata, y en general al ser convertidos en elementos cortantes son utilizados para autolesionarse y para amenazar y agredir a otros internos.

 

“Actualmente en el mercado pueden encontrarse conservas de la mayoría de productos que se venden en el economato en envases de plástico, a un precio muy similar que las que vienen en envase de alumnio”, señala ACAIP en su carta, y añade que “asimismo, existe una gran variedad de refrescos en envases no metálicos o de vidrio”, y por ello creen posible sustituir los envases metálicos por otros de plástico que eviten daños graves.

 

Palos de escoba convertidos en pinchos

 

Los economatos también venden palos de escoba para que los presos limpien sus celdas y zonas comunes. Dichos palos también son un arma en potencia. “Aún tenemos en la memoria la imagen del interno del centro penitenciario de Estremera con un palo de madera atravesado en el cuello”, destaca el sindicato, que pone de relieve que muchos pinchos carcelarios son elaborados con palos de escoba de madera o de aluminio, y se utilizan contra los funcionarios.

 

En este caso, la alternativa que plantean es ofrecer sólo palos de escoba de plástico y huecos por dentro, en vez de madera o de aluminio.

 

Lejía a los ojos

 

Pero es que hasta la lejía pide ACAIP retirar de los economatos. En este caso, en el centro penitenciario de Morón de la Frontera (Sevilla) un interno le echó lejía en los ojos a un funcionario, que sufrió lesiones que precisaron tratamiento hospitalario.

 

De ahí que pidan que deje de vender lejía en las cárceles y se sustituya por productos de limpieza menos abrasivos, algo que ya han hecho distintas prisiones europeas y también algunas cárceles catalanas, que están gestionadas por la Generalitat y no por el Estado.

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