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Morón

Cerca del Castillo.»Y EL GENIO FROTÓ LA LÁMPARA». Por Paco Pavía

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Morón. El pasado Sábado 29 de Octubre, a las 9 de la noche  en La Casa de la Cultura, nos reunimos en torno a DIEGO DE MORÓN unas 80 personas. El pequeño …

Morón. El pasado Sábado 29 de Octubre, a las 9 de la noche  en La Casa de la Cultura, nos reunimos en torno a DIEGO DE MORÓN unas 80 personas. El pequeño salón de actos estaba lleno, algún@s llegaron a última hora y quedaron sin entradas en la puerta.

La noche estaba fantástica de temperatura y los convocados en torno a Diego con muchas ganas de quererlo y disfrutar  con él. Cuando de pronto, aparece ese mago por el pasillo de la sala con su menuda figura,  su guitarra en mano y una expresión  que ya auguraba que la noche sería mágica

La alegría es fundamental en la vida del ser humano y en Diego su transparencia facial, te hace ver que era noche de dar y recibir cariño y belleza.

Diego está pasando fatiguitas de muchas clases, sus últimas actuaciones no habían sido muy afortunadas por diferentes motivos, pero el Sábado a través de su música, tenía ganas de abordar la vida con fuerza y alegría y eso ayuda, nos ayuda a todos a sobrellevar este duro mundo.

Comenzó por Bulerías, como dijo el mismo, para calentar los “deos”, para soltar  sus  miedos y para ejecutar la Soleá que nos ofreció a continuación con un ramillete de farsetas que conmovió los muros del edificio.  Qué barbaridad, qué silencio sepulcral y cuantos ¡olés! a tiempo. Había sincronización en el habitáculo.

¡¡¡Que alegría y qué pena a la vez!!!!. Como decía su amigo Kiko Veneno, “Reir y Llorar” al mismo tiempo, Te destrozaba por soleá pero su cara era alegre, reía, disfrutaba, gozaba, ¡¡¡Bravo Diego!!!.

Para su tercera pieza, empezó a bajar el bordón de MI a RE. Era la Rondeña, su Rondeña. El tiempo pasa, para Diego también, con casi 70 años es normal que su ejecución no sea la misma que con 30, pero cuando Diego tiene esa alegría y esas ganas,  las dificultades técnicas se las “salta a piola” y te cierra los compases en el lugar adecuado para “reventarte”. Qué rondeña Dieguito, hijo.

Al volver a la afinación “a pito”, como dijo él: “Yo necesito una guitarra de Jierro, que me reviente, yo afino más alto de lo normal, necesito tensión y fuerza, de jieeerrooo”. Total, se le destemplaron todas las cuerdas que como él dijo eran nuevas, pero… hasta afinando sonaba guapo, sonaba bien, estaba en racha emocional y después de varios minutos, empezó a marcar por Seguiriyas.

Otra vez, vinieron curvas, curvas de belleza, curvas de música, curvas flamencas, curvas de comunión con el público. Era su noche.

Fijaros como era la cosa, que parte del público se levantó, creyendo que Diego había terminado, se encendieron las luces, y fue el mismo Dieguito quién pidió al público que se volvieran a sentar, que tenía ganas de tocar, de comunicarse, de sacar fuego de sus adentros.

Entonces tocó otra vez por Soleá, pero antes dijo “No toco mejor, porque no me llamáis pa trabajá”. Diego en estado puro de oliva (como decía “Juan el Camas”). Y de nuevo a recorrer la senda de la Soléa buscando siempre recovecos nuevos, formas de rematar las farsetas que te sorprendan constantemente. La música con valor de uso y no como valor de cambio.

Nos remató con unos minutos finales por Bulerías, pasando de tonos mayores, a menores y viceversa, como él solo sabe, con esos paseíllos maravillosos que te dejan perplejos, y matizando el tiempo dónde este chamán del arte, sabe que hiere.

Entonces, sí que terminó en la tarima pero no en la Plaza del Polvorón.

Salimos a la calle y en el Bar Villalón estábamos con él, familiares, amigos, artistas varios y aficionados, más los clientes del bar, siguió hablando gloria, porque seguía “Sembrao”, como en el escenario. Se sentía querido, respetado, escuchado, lo necesita y lo necesitamos todos, tenía tanto que decir que, que, que … volvió a sacar la sonanta en la terraza del bar. En esa zona de San Miguel dónde se  desarrolló una etapa gloriosa del flamenco en Morón y… siguió desbrozando farsetas por Bulerías, (con algunos remates por blues,  Paco de Amparo botaba en la silla), toques por guajiras o trozos de Pozo Loco,  música solo suya.

Así al rato, llegó la hora de irse del gran DIEGO DE MORÓN, lo acompañamos a la calle Cantarranas, pero nos puso tan a gusto,  tan a gustísimo, que tuvimos que buscar un lugar para divertirnos. Por cierto cada vez más difícil encontrar un espacio donde tocar, cantar y bailar. Pero lo encontramos…..y amanecimos. Viva la Vida, viva la Alegría, ¡¡¡¡¡ Viva Diego Torres Amaya !!!! .

                                                                                    PACO PAVIA

 

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