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Crónicas de la IX Marcha de la Desbandá: Rompieron nuestras vidas, que no rompan nuestra memoria. Primera Etapa: LINA MOLINA




Crónica de 𝐌𝐚𝐧𝐨𝐥𝐨 𝐓𝐞𝐧𝐢𝐞𝐧𝐭𝐞
Hoy 6 de febrero comenzamos la 9ª marcha de la Desbandá, desde Málaga hasta Almería, para conmemorar el genocidio que sufrió el pueblo andaluz en febrero de 1937, en su huida del fascismo que tomaba militarmente Málaga, con tropas italianas mandadas por Mussolini, el ejército africano de marroquíes y legionarios, bajo el mando de Franco, la aviación mandada por Hitler, mandos militares sublevados contra la República y pistoleros falangistas, todo ello con la bendición de la iglesia católica que dio el aval de cruzada, al golpe de estado y la matanza de decenas de miles de inocentes.
Ayer, a las 6 de la tarde, hicimos un acto previo, visitando el monumento que hay en los jardines de la Térmica, en honor a 150 personas de Málaga, que murieron en los campos de concentración de la Alemania y la Austria nazis, el mayor número en el campo de Mauthausen.
Hemos salida de marcha, 290 personas, 100 hombre y 190 mujeres. Por lo que hay que destacar, la fuerte presencia de mujeres en la marcha. También que la mayoría de estas personas rondan los 70 años, que se lanzan a recorrer unos 200km, hasta Almería, a pesar de su edad.
Como en años anteriores, en esta primera etapa de la Desbandá, hay que mencionar forzosamente a las personas que ya estaban refugiadas en Málaga, donde habían llegado huyendo, desde el mismo 18 de julio de 1936, de la ocupación de sus pueblos, y que contaban las atrocidades que las tropas invasoras venían cometiendo.
Desde esa fecha empezaron a llegar personas y familias cuya cantidad suman entre 60.000 y 80.000, según las fuentes consultadas, cerca de un 50% de la población que residía en Málaga. Las condiciones de vida hasta febrero de 1937 se fueron tornando inhumanas. La falta de comida, de agua, de aseo, pronto desencadenó numerosas epidemias que se cebaron en las personas más débiles, las recién nacidas y de corta edad. Están documentados 1.190 fallecimientos, solo de niños y niñas, entre Julio de 1936 y febrero de 1937. Bronconeumonía, Gastroenteritis, Sarampión, Difteria, Tifus, Tuberculosis, Raquitismo… provocadas por las condiciones insalubres, el hacinamiento, el desbordamiento de hospitales…
Pero el Frente Popular en Málaga, no dejó las cosas al azar, la gente no se metía donde le parecía. En colaboración con las autoridades republicanas, se creó un Comité de Alojamiento, a cuyo frente estuvo Lina Molina, una joven comunista de 21 años de edad, procedente del pueblo el Colmenar, de los montes de Málaga. Ella como presidenta del Comité, peleó por alojar a los miles de personas que iban llegando a Málaga. Empezó adjudicando las casas abandonadas por familias adineradas de derechas que habían huido o habían sido detenidas. Recurrieron a la solidaridad y el voluntariado de casas particulares, cuando no hubo más, alojaron a las personas en conventos, edificios religiosos, instalaciones fabriles y finalmente la catedral. Además de buscar alojamiento el Comité se encargó del reagrupamiento familiar de personas que se habían extraviado a sus familiares en la huida de sus pueblos de origen.
Lina (de Catalina), nació en el Colmenar el 29 de diciembre de 1915 y poco después, su familia se mudó a Málaga capital. Empezó a estudiar para maestra a los 14 años. Obtuvo su título de maestra en 1935, pero ya no se pudo presentar a las oposiciones previstas en 1936, por la guerra. La proclamación de la República en Málaga la marcó profundamente, se acercó al Partido Comunista y se fue implicando cada vez más. Escribió artículos en el periódico local del PCE e intervenía en las emisiones de radio.
Lina, con su hermana Pepita, (su hermano mayor estaba en el frente) sus padres, su novio, Luis González, también dirigente del partido en Málaga, y la madre y hermana de un compañero suyo del comité de alojamiento, salieron huyendo el 7 de febrero por la noche, aguantando hasta el final, cuando casi no quedaba nadie en Málaga. En la segunda noche de la huida, pasando Torre del Mar, las columnas italianas los alcanzaron, por lo que, bajándose de la carretera, se escondieron en la playa, refugiándose en una gruta que encontraron. Estuvieron marchando a escondidas, recibiendo ayuda de vecinos en el camino. El 19 de marzo, cinco semanas después de salir de Málaga, consiguieron llegar a la zona republicana en Castell de Ferro. En aquellos momentos, ya habían fusilado a unas 1240 personas en Málaga, muchas de ellas con menos responsabilidad política que Lina. En mayo, ya en Almería, se casó con su novio. Los casó el responsable de organización del Partido en Almería, yéndose a continuación el reciente marido al frente.

Antes de quedara cortada Valencia de Cataluña, Lina se fue con su madre (que había tenido un bebé, el hermano más pequeño de Lina) y su hermana a Barcelona, para después seguir huyendo con la Retirada, a Francia. El padre, que quedó en Valencia y su hermano que estaba en el frente, al acabar la guerra regresaron a Málaga. Al padre lo condenaron a 6 años y 1 día por el delito de ser el padre de Lina, y a su hermano lo forzaron a alistarse a la legión como alternativa a la cárcel. Finalmente, Lina, que tuvo un hijo recién llegaron a Francia, junto con su madre, sus dos hermanas, su hijo y su marido, que pudo salir del campo de concentración de Argelés, pudieron reunificarse en Burdeos. Su marido, que colaboraba con la resistencia. fue asesinado por los alemanes en 1941, pocos días antes de que naciera la segunda hija de Lina, a la que llamaron Luisa, por su padre. Después de sobrevivir, a duras penas, a la segunda guerra mundial, en 1947, se instalaron en París, donde Lina y su familia siguieron colaborando con el PCF y el PCE. Volvió a España, a Málaga, después de la muerte de Franco, encontrándose con la dura sorpresa de que su calle se llamaba Crucero Canarias. Fue Leopoldo del Prado, dirigente comunista malagueño, teniente alcalde del primer ayuntamiento de Málaga (con la coalición PSOE-PCE) el que lideró el cambio de nombre de la calle, pasando ésta a llamarse, Manuel Altolaguirre, conocido intelectual republicano y escritor malagueño, encuadrado en la llamada generación del 27. Lina, que murió en mayo de 2006, siguió hasta su muerte colaborando en la lucha por la recuperación de la memoria histórica. Su hija Luisa y otros familiares, siguen su lucha.
Una de las familias que se alojaron brevemente como refugiados en la catedral, fue Manuel Romero Gil, carabinero de la República. Ana Mora, su nieta, nos cuenta su historia. Como soldado participó en la guerra con Marruecos, siendo herido en varias ocasiones por las que recibió condecoraciones. De soldado pasó a Carabinero con destino en diferentes puestos de Andalucía, en Tarragona y, finalmente en Casares.
Se casó con Gertrudis Carrasco Ortiz y vivieron en el cuartel de carabineros en Casares, también estuvieron unos años en el cuartel de la playa de Arroyo Vaquero -hoy término de Estepona-.
Estando en Casares cuando salía de servicio por el campo, en varias ocasiones conversó con Blas Infante, (considerado el padre del andalucismo) cuando éste iba al pueblo a dar mítines. Solía darlos desde un balcón y la plaza se llenaba de gente. Mi abuela siempre recordaba que, en uno de estos encuentros, mi abuelo vino muy preocupado porque Blas Infante le había dicho: «Manuel, esto se está poniendo muy mal y va a correr la sangre».
Manuel estuvo en el frente, con las tropas republicanas en algún punto entre Casares y el Campo de Gibraltar.
Cuando cayó el frente, salió huyendo con su familia de Casares, entre finales de enero y primeros de febrero. El matrimonio, con sus tres hijos, Pepe de 9 años, Ana de 6 y Rosa de 2 (la madre de Ana Mora) que hoy tiene 90 años, y la abuela.
Después de estar varios días refugiados en Málaga, se unieron a los miles de personas que huían, y en la confusión de la huida, bajo el bombardeo fascista, perdieron, como otras muchas familias, a su hijo Pepe, que felizmente reencontraron 3 días después.

Llegaron huyendo hasta Nerja, pero al ver que las tropas italianas les pisaban los talones, decidieron volver a Málaga. Al volver, y para escándalo de la abuela, Manuel le dijo que le escondiera un ideario de la República, porque pensaba que a ella no la registrarían.
En Málaga, donde se encontraron con un hermano de Manuel, éste intentó convencerlo para que huyeran a Francia. Manuel rechazó la idea de volver a huir, porque la propaganda de las nuevas autoridades, garantizaba que no habría represalias para quien no tuviera las manos manchadas de sangre, y porque el no iba a dejar a su familia sola para huir junto a su hermano. Éste, que consiguió huir, vivió muchos años en Francia y nunca regresó a España. Manuel, se presentó tres días en el cuartel de Capuchinos, donde le decían que volviera al día siguiente, pero al tercero ya no volvió a salir.
Su mujer, mi abuela, iba cada día a preguntar al cuartel por su marido, pero no lograba ninguna información. En la puerta solía ver mujeres llorando, junto a bultos de ropa y objetos personales, de sus maridos fusilados. Un día el soldado de puerta le dijo: Sra. no venga más que su marido ya no está aquí. Mi abuelo, le había dado sus pertenencias a un compañero para evitarle a ella el dolor de verlas en la puerta. Este compañero, que sobrevivió, fue varios años después al pueblo, para entregarle al hijo de Manuel, mi tío Pepe, un reloj que le había dado mi abuelo para él.
Mi abuela, con su suegra y los tres niños volvió a Casares, donde ya no tenía casa, donde le habían requisado la máquina de coser, donde sufrió infinitas penalidades para sacar ella sola a los tres hijos adelante. Sin embargo, al haber sido Manuel soldado y carabinero, le ofrecieron, todavía en la década de los 40, una pensión por viuda de militar, a condición de que firmara que había muerto de forma natural. Mi abuela siempre se negó a firmar y les respondía: Me lo habéis matado ustedes, jamás firmaré, me tendréis que cortar el dedo (porque era analfabeta) si queréis ver mi huella ahí. Y rechazando la paga sobrevivió formando parte de las recoveras, mujeres que se ganaron la vida andando por los montes hasta Gibraltar, para comprar y vender o cambiar por otros productos, que ofrecían por las casas de campo.
La Marcha de hoy, ha transcurrido, entre la calle Alcazabilla de Málaga capital, al pie del teatro romano, hasta la puerta del Ayuntamiento, del municipio del Rincón de la Victoria.
Hemos pasado por tres lugares de recuerdo. El primero, el Paseo de los Canadienses, en Málaga, que recuerda el esfuerzo del Doctor Norman Bethune, de ese país, por salvar a víctimas de la Desbandá.
El segundo una placa, en la localidad de la Cala del Moral, que recuerda el hundimiento del submarino republicano C-3 por otro alemán, en una operación secreta del régimen nazi para probar la efectividad de sus nuevos submarinos, operación llamada Úrsula, y que está documentada en https://es.wikipedia.org/wiki/Operaci%C3%B3n_%C3%9Arsula.
El tercero, el boquete realizado en uno de los túneles por los que discurría el histórico tren de la cochinita, ya a la entrada del Rincón de la Victoria. Es una de las huellas visibles, del cañoneo de los cruceros de guerra franquistas, contra las columnas de civiles que huían de la ocupación fascista de Málaga.
La jornada acabó en la puerta del ayuntamiento, donde se realizó una protesta contra el alcalde del PP y presidente de Diputación, que niega repetidamente locales públicos para la pernoctación de la marcha, por lo que hemos continuado en autobús hasta Torre del mar, perteneciente al municipio de Vélez Málaga.
Por la tarde hemos tenido dos actividades. Un homenaje a fallecidos del pueblo que tienen sus nombres grabados en el Parque de la Memoria de Torre del Mar, y posteriormente una conferencia sobre el derecho de Palestina, a existir y resistir, impartida por el activista Daniel Lobato de la Asociación Samidoun, en el salón de actos de la Mancomunidad de la Axarquía.
Mañana, segundo día de marcha, recorremos el trayecto Torre del Mar, Nerja, de una distancia de 25km.

