VENEZUELA. El pueblo decide que la revolución chavista continúa: ganó Maduro

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Por Carlos Magariño Rojas en elcomun.es

Una vez más, el imperialismo no acepta la derrota electoral

Es su naturaleza, la oposición venezolana acepta sólo los resultados electorales cuando les favorecen y tilda de «fraudes» los resultados que les devuelven a la realidad, incluso incitando a la injerencia y al golpe militar. En este último caso, el Consejo Nacional Electoral (CNE) de Venezuela anunció en la madrugada de hoy lunes que el actual presidente, Nicolás Maduro, fue reelegido en las elecciones presidenciales con un 51,2% de los votos escrutados, frente al 44.2% de votos del aspirante por la coalición opositora, Edmundo González, con una participación del 59%.

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De ese modo, Nicolás Maduro afronta su tercer mandato consecutivo durante el periodo presidencial 2025 – 2031. Una nueva derrota inaceptable para los opositores, que habían desplegado todo su arsenal en estos comicios hasta el último momento. De hecho, el organismo electoral del país denunció una agresión en el sistema de transmisión de datos que retrasó la comunicación de los resultados, así como agresiones contra centros de votación y funcionarios electorales, por lo que los responsables tuvieron que efectuar un llamado de respeto a la Constitución y a la paz.

Las reacciones en el entorno afín al atlantismo evidencian un amplio espectro de rechazos, en la lógica de las democracias burguesas, que van desde la directa negación de la opositora, María Corina Machado, quien calificó de «ultraje a la verdad» a los resultados y llamó al levantamiento militar, hasta las declaraciones del ministro de Exteriores español, José Manuel Albares, así como el jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, quienes cuestionaron los resultados y exigieron «total transparencia» a través de la publicación de las actas. Como no podía ser menos, el presidente de Chile, Gabriel Boric, manifestó que los datos eran «difíciles de creer». Mención aparte para la comisión del PP español que viajó a Caracas para desarrollar su performance pese a saber que no estaban autorizados. (Hasta la hora de publicación de esta entrada, Podemos y Sumar no se habían pronunciado en sus cuentas oficiales).

Sí lo estaban, sin embargo, los cientos de observadores internacionales que pudieron comprobar en persona los pormenores del proceso electoral y en vigilancia de su estricto cumplimiento. Estos observadores, componentes de más de 200 organizaciones relacionadas con los derechos humanos, incluido el Centro Carter, tuvieron ocasión de verificar que no eran ciertas ninguna de las acusaciones de la oposición con las que pretendía descalificar y tensar el propio proceso. Ni se prohibió la observación, ni la acreditación de testigos opositores, ni se inhabilitó a los candidatos opositores ni se amenazó con suspender las elecciones, antes bien al contrario, desde las primeras horas de la jornada el propio Maduro aseguró públicamente que se aceptarían sin problema los resultados y se animó a la participación con naturalidad y civismo.

El enojo de la oposición y sus patrocinadores norteamericanos va más allá de la contrariedad por no poder manejar los organismos ejecutivos del país, y se extiende a motivaciones económicas, que es el verdadero trasfondo de la cuestión.

Observemos que China ha sido uno de los primeros países en celebrar y saludar la nueva victoria del Polo Patriótico, en deseo de que se prolonguen las excelentes relaciones internacionales. El acercamiento de Venezuela a países que no siguen los mandatos de la Alianza Atlántica explicaría por sí mismo, sin más argumentos basados en personalismos, la exacerbación con que se manifiestan los opositores.

Igualmente, a pesar de que la economía venezolana vive permanentemente sometida al asedio internacional, las relaciones comerciales con empresas de países como India han permitido un fluido intercambio comercial de crudo venezolano, gracias a las gestiones del gobierno del presidente Nicolás Maduro. También pese al régimen de sanciones, empresas indias obtuvieron una licencia estadounidense que le permite continuar importando crudo.

Otro país en sintonía con el entorno BRICS, Trinidad y Tobago, firmó un acuerdo con Venezuela para la exploración y explotación en el Campo Cocuina de la Plataforma Deltana, zona compartida entre ambos países con reservas de 1 billón de pies cúbicos de gas natural.

Es decir, estas operaciones permiten cierto aire a Venezuela para desasirse de la opresión de la influencia atlántica y encontrar un creciente interés en su comercio, que genera un signo de confianza internacional en las condiciones económicas del país. Sin rehuir mencionar que las condiciones de vida aprietan la confianza de los propios venezolanos, como es esperable bajo la injerencia norteamericana, y que Maduro deberá acertar al acometer nuevas medidas más ambiciosas, para afianzar y acrecentar el apoyo popular en la titánica tarea de enfrentarse al todopoderoso imperialismo.

Aparte de la enorme apuesta desarrollada por los antichavistas, conformada por una extensa red de activistas, organizaciones no gubernamentales o intelectuales que han sido respaldados por un nutrido patrocinio económico (además de Machado, una popular candidata relacionada con un intento financiado por Estados Unidos de derrocar al presidente Chávez y una campaña de guarimbas en las que perdieron la vida decenas de venezolanos), se encuentra el asunto del genocidio de Palestina.

«Viva Palestina libre», dijo Maduro ante las cámaras tras el ritual de la exposición a las televisiones del momento de ejercer el voto. No es casual, Corina Machado ha solicitado de manera recurrente la intervención extranjera en Venezuela, de EEUU o de cualquier otro voluntario cercano a la causa imperialista. En 2018 llegó a enviar una carta al primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, rogando por una intervención militar israelí. Una de las promesas electorales de la señora Machado en su campaña fue precisamente la de trasladar la embajada de Venezuela a Jerusalén, siguiendo la estela del presidente argentino, Milei.

Con todo, Venezuela se posiciona a la cabeza del apoyo latinoamericano a Palestina, en el que ha encontrado un aliado en el Gobierno de Petro y al apoyo ya sabido de países como Nicaragua o Cuba, quienes con valentía persisten con tenacidad en su desafío a los intereses norteamericanos. Guaidó deberá calentar banquillo unos años más.

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