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Opinión

Un fantasma

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Opinión. La gente, ya sin miedo, no quiere alternancia, quiere alternativa. Un fantasma recorre España: el fantasma del proceso constituyente. En las elecciones europeas han ganado las candidaturas de políticos…

Opinión. La gente, ya sin miedo, no quiere alternancia, quiere alternativa.

Un fantasma recorre España: el fantasma del proceso constituyente. En las elecciones europeas han ganado las candidaturas de políticos que quieren representar bien a la gente pero que, sobre todo, quieren ser gente. Ha logrado su expresión política, por ahora, esa reverberación permanente de las calles ocupadas por el 15M, el 22M, las movilizaciones obreras y populares, las luchas frente a la cohesión penal y el austericidio. El bipartidismo se ha hundido, que es la señal de partida. Un bipartidismo que había señalado el 60% como su límite psicológico, y que se ha desplomado hasta el 49%. Lo que quiere decir que el sistema está al borde un ataque de nervios.

Pero no sólo ha perdido el bipartidismo, es decir, la expresión política del pacto neoliberal, con él ha perdido la Zarzuela, han perdido ese bosque de medios del régimen y esa caterva de tertulianos de la equidistancia y de lo políticamente correcto. El hombre que susurraba a los bonsáis debe andar por ahí dándole patadas a las puertas, murmurando algo así como “ya te lo decía, Rúbal”.

La gente, ya sin miedo, no quiere alternancia, quiere alternativa. Pueden salir más o menos a la calle en algunos momentos, pero que nadie se engañe: están de acuerdo con las medidas que se defienden desde los programas alternativos. Por eso IU ha triplicado su apoyo; por eso “Podemos” ha emergido con fuerza. Las gentes no quieren ser súbditos de la Troika, no aceptan pagar la deuda provocada por los agujeros de la banca. Por eso, también, la ciudadanía va emergiendo como sujeto histórico (nosotros, luchando en la calle somos las famosas “condiciones subjetivas”), un sujeto que reclama un nuevo pacto de convivencia. Son precisamente los llamados partidos “constitucionales” los que se han cargado la Constitución con el síndrome Maastricht, con el pucherazo financiero del BCE y con el acuerdo, en tiempo de telegrama, para cambiar el artículo 135 del acuerdo de 1978.

El bipartidismo ha muerto. Viva el proceso constituyente. Y quizás no se trate tanto de pactos como de construir entre todo, unos con otros, un amplio espacio en el que quepamos cada vez más gente empujando hacia esa nueva aduana constituyente que nos lleve a la Tercera República.

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