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Opinión

Asco, pena y vergüenza. La OTAN en Madrid.

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Asco de ver en Madrid a los representantes de la mayor organización terrorista mundial (la OTAN) deambular como si fueran personas respetables, libres de todo pecado y protegidos de toda perturbación. 

_Cuando tanto se sufre, sin sueño/ y por la sangre

se siente que transita solamente la rabia;

que en los tuétanos tiembla despabilado el odio

y en las médulas arde continua la venganza;

las palabras entonces no sirven: son palabras.

 

(Rafael Alberti. Nocturno)

 

 

Asco de ver en Madrid a los representantes de la mayor organización terrorista mundial (la OTAN) deambular como si fueran personas respetables, libres de todo pecado y protegidos de toda perturbación. Con la impunidad que da el poder del dinero y disponer de unos presupuestos de “¿defensa?” que suponen más de los dos tercios de lo que se gasta en el mundo entero en estos menesteres, encabezando la lista los anglosajones (EE.UU. y el Reino Unido de la Gran Bretaña)

 

 

Pena por los millones de asesinados, mutilados, heridos y dañados por estos terroristas y todavía más pena por los que van a seguir asesinando. Una pena negra, infinita, casi tan infinita como su inviolabilidad. Una pena que promueve al odio y la venganza de los agraviados, de los damnificados. Un río de odio circula por el mundo, como dejó dicho Julio Vélez.

 

 

Vergüenza de ser español en estas circunstancias. Vergüenza de que este gobierno se llame de izquierdas o, simplemente, progresista. Vergüenza de nuestra sumisión al imperio, de nuestra falta de soberanía, de estar intervenidos y contentos.  Vergüenza de ver como se ciscan del mandato popular en el referéndum OTAN de 1986 y amplían la presencia de las fuerzas del ejército yanqui en Rota y Morón, con una amplia sonrisa en la cara presidencial porque su dueño le ha dedicado una hora en La Moncloa y con el alborozo del alcalde de Rota porque van a poder contar con las dotaciones de dos destructores más en su ciudad. Vergüenza por la escasa reacción ante el oprobio.

 

 

No quiero escribir nada más. Creo que es suficiente. Aunque más de un colonizado mental, además de territorial, lo tachará de excesivo, de exagerado. En absoluto. Nada de lo que se diga sobre estos temas pueden ser exagerados. La realidad es mucho más infame que lo que puede decir las palabras.

 

Dixi et salvavi animam meam.

 

Diderot

 

 

 

 

 

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