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Opinión

Monarquía o República

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El proceso constituyente se está dando ya en la sociedad. Y es imparable, por mucho que los sacerdotes del régimen del 78 quieran detener la historia y anestesiar la voluntad de los ciudadanos

_El proceso constituyente se está dando ya en la sociedad. Y es imparable, por mucho que los sacerdotes del régimen del 78 quieran detener la historia y anestesiar la voluntad de los ciudadanos

 

 

Ya tenemos una fecha para grabar en el disco duro de nuestro compromiso transformador: El 14 de mayo del año 2022. La Plataforma Consulta Popular Estatal Monarquía o República acaba de convocar un referéndum. Es preciso seguir avanzando en esta lucha por la recuperación del protagonismo popular y por la conversión de un estado constituido como monarquía (sin consulta) en un estado de democracia plena, porque, evidentemente, no podemos hablar estrictamente de democracia plena si no es en el seno de una situación republicana. Lo que actualmente funciona, fruto del régimen del 78, es una monarquía parlamentaria, que sin duda reduce a un estado previo, incompleto, la cualidad de ciudadanía de todos nosotros.

No hay república sin republicanos, y en el mismo sentido se puede decir que no hay horizonte democrático pleno sin lucha por la república. Los comunistas, que tanto hemos luchado por conquistar las libertades en este país, deberemos aprestarnos ahora a una lucha que desemboque en la democracia plena. Realmente es ya una lucha que no cesa, que está ahí y avanza cada día, muy ayudada, eso sí, por la metástasis de corrupción que desde el principio afecta a la casa real.

 

Hay un régimen del 78, carbonizado ya, a mi juicio, que ha establecido como tótem y tabú un texto constitucional no solo votado hace muchísimo tiempo, y por tanto no refrendado por una gran masa de ciudadanos, sino un texto superado por la realidad que dice representar. Quiero decir con esto que cualquier lucha transformadora que se precie debe inscribir su programa en un horizonte constituyente, que ya se está dando a nivel social, por mucho que los sacerdotes del régimen del 78 quieran parar la historia y anestesiar la voluntad de los ciudadanos. Anestesiar con llamadas constantes a la estabilidad y la seguridad, mientras en el país los índices de inseguridad reales se disparan: la pobreza, el paro, el paro juvenil, la precariedad, la miseria salarial, la brecha laboral que convierte a las mujeres en ciudadanas de segunda, la pobreza infantil…

 

A veces, el monárquico astuto de turno, el que intenta convencernos de que hay que parar la rueda, nos viene a decir que una república, por sí sola, no arregla los problemas, ya que es un molde vacío. O alude a la II República como un caos. Pero no nos dejamos convencer y no solo por razón de un impulso voluntarista, sino por realidades que están en la base de nuestra apuesta. La II República no fue un caos, sino un periodo prometedor donde se ejerció, hasta el golpe fascista, toda la potencialidad de aquellos que querían gobernar como asuntos comunes, hasta ese momento en manos de la España eterna, todos los recursos que podían mejorar la vida de la gente. Y en segundo lugar, esos monárquicos astutos en absoluto pueden hablar en nombre de ninguna ejemplaridad, se llame ética o se llame vida aceptable para el conjunto de los ciudadanos, muchísimos de los cuales van a vivir peor que sus padres, en una dinámica imparable de empobrecimiento, explotación y dominio, que se puede acentuar si acceden al gobierno las propuestas de la derecha y el neofascismo, los máximos defensores actualmente del régimen monárquico del 78.

 

Y es verdad que el proceso constituyente se está dando ya en la sociedad y, a mi juicio, es imparable, ya que no se puede gobernar en derecho pleno sin la consulta a la ciudadanía. Un proceso constituyente que, más temprano que tarde, se va a expresar a través de los padres y madres de una nueva constitución, esta vez republicana. Y no vamos, en este sentido, del todo mal. El otro día un periódico que ha funcionado no pocas veces como boletín oficial de la monarquía, decía que el impulso social de cara a un modo de estado republicano solo llegaba al 39%. Después, otras encuestas, encargadas por plataformas independientes, confirmaban este porcentaje, elevándolo algo, y le daban un 31% a la opción monárquica. Y el día menos pensado conoceremos los datos del CIS, cuando se le autorice la consulta demoscópica por el puente de mando del régimen del 78.

En definitiva, hay que escuchar con atención las llamadas de colaboración, en un frente amplio organizador, de la plataforma estatal que ha convocado el referéndum. Nos va mucho en ello, ya que hablamos de una pieza muy importante en ese camino necesario para que las cosas importantes, estratégicas, pasen a ser dominio del espacio común, republicano, de la gente.

 

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