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Opinión

Serrano, tocata y fuga

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Huye de la portavocía ultra, pero no de su condición de diputado porque a Serrano cuesta echarle de donde sea y ha demostrado 

_Huye de la portavocía ultra, pero no de su condición de diputado porque a Serrano cuesta echarle de donde sea y ha demostrado una esmerada habilidad para aferrarse a los cargos con uñas y dientes, a pesar de sus barrabasadas.

 

 

Lo suyo es una carrera contra él mismo. Siempre huyendo de sus propias acciones y de sus propios fanatismos. Ahora le toca huir de las acusaciones de la Fiscalía de haberse embolsado lo público a través de un chiringuito fantasma. ¡Ay, el látigo de las paguitas! Huye de la portavocía ultra, pero no de su condición de diputado porque a Serrano cuesta echarle de donde sea y ha demostrado una esmerada habilidad para aferrarse con uñas y dientes a pesar de sus barrabasadas. No deja Serrano el acta de diputado. Antes muerto que sin sueldo. Lo de mantener el aforamiento puede que pese pero, finalmente, el TSJA ya le condenó en su día, flojito, pero le condenó.

 

No creo que del tal Serrano puedan hacerse valoraciones políticas. Su paso por la política activa ha sido una sucesión de despropósitos, incluso dentro de la formación de ultraderecha y llena de lunáticos que es Vox. Les supera. Lo habrán sacado a empellones porque esta vez con cogerse la baja no le basta. Desde aquella época, desde sus estertores sobre la sentencia de La Manada, estaba ya en fuga de su propia formación.

 

De todos los aspectos desde los que se puede analizar este penoso personaje, quizá el que más me llama la atención es el de su constante tropezar con la ley y con la Justicia, de una u otra manera, y siempre por colocar su enferma ideología por encima de cualquier otra cuestión. Serrano, sin embargo, sigue apareciendo en el escalafón y eso nos da una idea de lo extremadamente difícil que resulta sacar de la carrera judicial a personas cuya capacidad para enjuiciar a sus semejantes, para siquiera comprender y respetar la ley, es de tan baja calidad.

 

El juez Serrano es antes un soldado de Cristo que un soldado de la ley. Esto que ha sido decisivo durante su permanencia en Vox, muchos pretenden que lo pasemos por alto, en él y en otros, mientras ejercen la judicatura pero precisamente de la mala resolución entre su compromiso con el ultra Camino Neocatecumenal y la aplicación de la ley surgieron sus problemas legales. La querella que le llevó a ser inhabilitado como juez tuvo como origen la aplicación de la supremacía de la fe sobre la ley y sobre las normas dictadas con anterioridad por una compañera de otro juzgado.

 

Como saben, fue condenado a dos años de inhabilitación por el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía, donde la Fiscalía de entonces le hizo el favor de no verle la culpa, y su condena fue ampliada a diez años por el Tribunal Supremo. Huyendo hacia arriba, el malhadado juez Serrano se encontró con un Tribunal Constitucional que le hizo el favor de ver vulnerados sus derechos porque el Tribunal Supremo no había realizado una vista de su recurso, con el voto particular contrario de los dos magistrados progresistas. Así que no sólo se volvió a poner la toga sino que tuvimos que pagarle los sueldos atrasados y una indemnización de 500.000 euros, que el Consejo de Ministros ha ido postergando pero que el CGPJ reconoció que se le debía hacer efectiva. Así que, huyendo de sus actos como juez, consiguió una plaza de nuevo en Sevilla y medio millón. La fe mueve montañas.

 

 

Ante la impotencia de los ciudadanos para poder apartar de la noble misión de juzgar a tipos de esta calaña, el siguió huyendo y no le bastó con su despacho de abogados especializado en defender a los hombres de la furia de las denuncias falsas de la mujeres impías y de la injusticia de la tremenda ideología de género, que aplasta al hombre que se viste por los pies y le arrebata a sus hijos a través de un demonio inexistente como es el SAP. No le bastó. Vio venir a Vox, a ese partido de extrema derecha, que se diferencia de muchos de sus colegas europeos por dar cabida a los teócratas católicos que en nuestro país existen, y allí se fue de hoz y coz y se plantó en la Comisión de Igualdad del Parlamento de Andalucía para seguir con lo suyo.

 

Huyendo se pasó de frenada. Tanto que estaba arrinconado por su propio partido tras levantarse en armas tuiteras contra la sentencia dictada por sus compañeros de toga en el caso de La Manada. Es Serrano un juez que tampoco respeta el trabajo de los jueces y no tuvo empacho en despacharse en un tono que hasta a Vox le pareció poco inteligente, que ya es decir.

 

Serrano es un tipo que ha avergonzado a todos los poderes que ha tocado. Cometió el peor delito que un juez puede cometer y ahora está acusado del peor delito de un representante del pueblo, que es haberse quedado con el dinero de todos. También avergüenza a la religión que afirma profesar.

 

 

"Hasta un gatillazo puede dar con un hombre en prisión", dijo falsariamente un día. El juez Serrano está reñido con ley, se preocupó de la impotencia y se olvidó de devolver la subvención que no empleó.

 

Serrano, el juez en fuga, se sentará por fin ante los suyos.

 

A ver si de esta, su infamante nombre sale de la judicatura ya.

 

 

 

 

 

 

 

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