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Opinión

El Ingreso Mínimo Vital: el triunfo de la política

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Supone una revolución social y se convierte, junto con sanidad, educación, pensiones y dependencia, en la quinta pata del Estado de Bienestar.

_En 2015, Pablo Iglesias, acompañado del economista Vicens Navarro y del responsable económico de Podemos, Nacho Álvarez -ahora también secretario de Estado de Derechos Sociales y tejedor del Ingreso Mínimo Vital- presentó la propuesta estrella de los morados para paliar los efectos de la pobreza tras la crisis de 2008.

 

 

Lo llamaron “renta mínima universal” y sería un salario mensual de 600 euros para personas sin ingresos, aumentando por el número de miembros de la unidad de convivencia. “Proponemos cambiar el orden de las prioridades”, dijo Iglesias en aquel momento ante preguntas de los periodistas que cuestionaban de dónde se iban a sacar los recursos y criticaban la propuesta por “utópica” e “irreal”.

 

Sólo CCOO y UGT, conocedores del 26% de pobreza que teníamos en España antes del coronavirus, salieron a apoyar aquella medida lanzada por Pablo Iglesias. Los líderes de las principales centrales sindicales registraron una Iniciativa Legislativa Popular en el Congreso.

 

No salió entonces, pero este viernes el primer Consejo de Ministros de coalición, tras la recuperación de la democracia, lo va a convertir en un derecho que supone una revolución social y que se convierte, junto con sanidad, educación, pensiones y dependencia, en la quinta pata del Estado de Bienestar.

 

En la página 15 del ‘Acuerdo de Coalición Progresista’ que firmaron PSOE y Unidas Podemos, en su artículo 2.4.2, se establece el compromiso de desarrollar el ingreso mínimo vital. En un primer momento, el PSOE accedió a la medida en dos partes.

 

 

Primero, se comenzaría por el aumento de la prestación por hijos a cargos de familias vulnerables, situado en 25 euros por menor; posteriormente, se regularía el mecanismo para garantizar una renta mínima a “familias sin ingresos o con ingresos bajos”. La idea de los socialistas era aprobarlo a lo largo de la legislatura, nunca al principio y a la puertas de una crisis económicas donde se espera que el PIB se reduzca un 10%.

 

De la firma del 'Acuerdo de Coalición Progresista' sólo han pasado cinco meses. Ni en los mejores sueños del vicepresidente segundo y ministro de Derechos Sociales, Pablo Iglesias, pudo nunca imaginar que la principal propuesta de Podemos lograría convencer al PSOE tan rápido con la crisis del COVID19 como timbre de una emergencia social.

 

La derecha en contra de la "paguita comunista"

 

Nada más hacerse público que el Gobierno de coalición aprobaría el ingreso mínimo, la CEOE se posicionó en contra y lo consideró una “deslealtad al diálogo social”; Luis Argüello, secretario general de la Conferencia Episcopal, se unió a la patronal y consideró “contraproducente" la medida. Vox dijo que era una “paguita clientelar” propia de un “paraíso comunista” y para el PP suponía el triunfo de las “tesis bolivarianas” dentro del Consejo de Ministros.

 

El Papa Francisco; el exministro de Economía con Maríano Rajoy y firme defensor del dogma neoliberal, Luis de Guindos; el jefe de los obispos españoles, el cardenal Omella, y hasta el Relator de Naciones Unidas, que estuvo de visita en España, empezaron a defender el ingreso mínimo vital que, hace sólo cinco meses, nadie se tomaba en serio.

 

Salvo Unidas Podemos, que lo tenía en el frontispicio de su programa electoral y ha llegado incluso a establecer complicidades estas semanas con los gobiernos de Italia y Portugal para caminar hacia un ingreso mínimo europeo.

 

83% de apoyo entre los españoles

 

De pronto, hace una semana aparece la encuesta del CIS en la que el 83% de los españoles está a favor del ingreso mínimo vital y Vox, PP, Ciudadanos y la CEOE pasan de su no tajante a defenderlo de “forma temporal” hasta que pase la crisis.

 

 

El ingreso mínimo vital no es idéntico al que proponía la formación morada en 2015, pero se le parece mucho y abre un camino para ganar derechos sociales después de un ciclo de 15 años donde las clases populares sólo han perdido.

 

El Ingreso Mínimo Vital es también el triunfo de la política mestiza, del diálogo, el acuerdo y de cómo un grupo de jóvenes, que fundaron un partido en 2014, han podido girar la opinión de todo un país hacia una renta para la gente sin ingresos que cuando se presentó fue atacada de “chavista” y “comunista” por todos los autores de esos ismos hiperbólicos que se han usado en este país para no tener que debatir con argumentos y datos.

 

“Desde fuera del Gobierno se influye más”, decían quienes desde la izquierda estaban en contra de que Unidas Podemos entrara a formar parte del Gobierno de coalición. Desde fuera nunca se habría podido conseguir esta medida histórica que garantiza la protección social a todos los ciudadanos que, en algún momento de su vida, se queden sin nada.

 

 

 

 

 

 

 

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