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Opinión

Perlas del coronavirus. El consenso por el Ingreso Mínimo Vital y el cinismo de la Conferencia Episcopal

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El coronavirus está teniendo algunos efectos sorprendentes de los que conviene tomar la debida nota. Uno de ellos es el consenso que está alcanzado el Ingreso Mínimo Vital 

_El coronavirus está teniendo algunos efectos sorprendentes de los que conviene tomar la debida nota. Uno de ellos es el consenso que está alcanzado el Ingreso Mínimo Vital (IMV) propuesto y peleado  por Unidas Podemos. En el seno del gobierno ya están todos de acuerdo.

 

 

Pero es que también goza del beneplácito de muchos de derechas. Como los exministros de Economia,  Luis De Guindos (actual vicepresidente del Banco Central Europeo), y de Hacienda, Critóbal Montoro. Hasta la FAES de Aznar defiende la aplicación de un una renta vital durante el tiempo que dure la crisis derivada del coronavirus.

 

Mientras tanto, en la sede del PP en Génova, parece que no se enteran. Dicen que la implantación del IMV supone el triunfo de "las tesis bolivarianas" en el Gobierno y la  Comunidad de Madrid, liderada por Isabel Díaz Ayuso, continúa su cruzada contra el IMV.

 

Primero, la propia  presidenta del Gobierno autonómico ha  mostrado su rechazo a estas rentas mínimas porque, según ella, pueden generar "dependencia" del Estado.

 

Después, el consejero de Hacienda, Javier Fernández-Lasquetty, afirmó que el IMV que plantea el Gobierno central tiene "un componente ideológico y sectario" de "puro peronismo" y conllevaría "duplicidad" con otros programas de rentas mínimas.

 

Por su parte, el portavoz de la Conferencia Episcopal Española, Luis Argüello, ha declarado que el ingreso mínimo vital o renta básica que prepara el gobierno para ayudar a quienes se han quedado en paro o lo necesitan "es indispensable", pero sólo mientras dure la crisis del coronavirus pues, en su opinión, "pensar en una permanencia de grupos amplios de ciudadanos que vivan de manera subsidiada yo creo que no sería un horizonte deseable a largo plazo para el bien común".

 

 

El cinismo del portavoz de la CEE es de campeonato. Porque no puede desconocer que el mayor perceptor de subsidios de España es la Conferencia Episcopal. Casi 11.000 millones de euros de subvención al año. ¿No será que la Iglesia Católica no quiere tener competidores por miedo de que les toque a ellos menos trozo de la tarta? ¿No será que no quieren que los “pobres” se independicen de su tutela? ¿Qué sería de cardenales, obispos, curas y monjas  sin los pobres?

 

 

 

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