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Opinión

¿La mejor sanidad del mundo?

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De los tiempos de crisis debemos sacar las máximas enseñanzas con el fin de encarar la próxima  en mejores condiciones. Ese es el único camino que deberíamos transitar…

_De los tiempos de crisis debemos sacar las máximas enseñanzas con el fin de encarar la próxima  en mejores condiciones. Ese es el único camino que deberíamos transitar.

 

Los mejores ejemplos y las actitudes más viles afloran en las personas en tiempos de crisis. Las instituciones también se ven retratadas en semejante situación.

 

 

Por una parte vemos con reconocimiento y admiración como el personal sanitario pone en riesgo su integridad física para atender a quienes lo necesitan. Vemos la disciplina de la mayoría de la gente y las muestras de solidaridad de todo tipo.

 

Por otra parte vemos mucha falta de prevención y a personas desaprensivas que ponen el negocio y el beneficio (las gélidas aguas del cálculo egoísta que dijera el clásico) antes incluso que la salud y la vida de los demás. Me estoy refiriendo a aquellos que están vendiendo las mascarillas a precios desorbitados o a aquellos dueños de residencias de ancianos que no cumplen ni los mínimos exigidos.

 

Estamos hartos de escuchar que nuestro sistema sanitario es uno de los mejores del mundo. Pero conviene no engañarse.

 

 

Yo mismo tuve la oportunidad de comprobar hace unos años, antes de la crisis económica, la bondad del sistema. No tengo ninguna queja de nadie ni de nada. Desde la cirujana que me operó hasta el último auxiliar me atendieron estupendamente.

 

Pero reconocer el esfuerzo y la buena atención no quiere decir cerrar los ojos ante otros asuntos, que ya estaban antes, pero que se han agravado con los recortes y las privatizaciones.

 

Veamos algunas carencias que es preciso subsanar inmediatamente:

 

a) Falta  personal. Particularmente en algunas especialidades. Por señalar solo dos: Anestesiólogos y Pediatras.

 

b) Faltan recursos financieros. Estamos a la cola de Europa en inversión sanitaria.

 

c) Hay que mejorar la Atención Primaria

 

d) Hay que crear más camas hospitalarias en cabeceras de comarca.

 

e) Hay que disminuir sensiblemente las listas de espera.

 

f) Hay que poner fin al despilfarro de recursos hacia la sanidad privada. Quien quiera sanidad privada, que se la pague.

 

g) Hay que incluir en la sanidad pública todos los servicios de odontología. El tubo digestivo empieza en la boca y termina en el ano. No hay ninguna razón (excepto el beneficio privado) para que la sanidad pública  se ocupe de todo menos de los dientes.

 

 

Lo dejamos aquí porque no tenemos ningún ánimo de ser exhaustivos. Alabemos lo que hay de alabable en la sanidad pública pero no seamos conformistas y mucho menos comulguemos con ruedas de molino.

 

Quizás pueda ser la mejor del mundo si luchamos por que así sea.

 

Diderot.

 

 

 

 

 

 

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