Opinión. Sin soberanía no hay democracia. Por Diderot

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Escucho, esta mañana, la cadena SER y le hacen una entrevista al ministro de Asuntos Exteriores de España, señor Albares.

Responde a una pregunta del periodista que tanto Europa como los Estados Unidos hacen todo lo que pueden para encontrar una solución pacífica al genocidio en Gaza.  Me quedo estupefacto. ¿Cómo es posible? ¿El ministro vive en Marte y no se entera de nada de lo que ocurre en la Tierra?

Eso sucede a las nueve de la mañana. Sigo sintonizando la misma emisora y a las once, en los informativos, dan una noticia: los Estados Unidos de América han suministrado a Israel 50.000 toneladas (cincuenta mil toneladas) de armas desde el comienzo de la actual matanza.

El ministro sabe perfectamente que no está diciendo la verdad. ¿Por qué miente, entonces?

Es posible que las personas que lean estas líneas encuentren varias razones para la mentira monumental del ministro. Yo sólo encuentro una.

Este ministro, como el resto, no puede decir nada que se aparte del guion que le marca el Departamento de Estado de los Estados Unidos de América. Porque en contra de lo que dice la Constitución de 1978, España no es un país soberano.

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España no tiene política exterior propia. La Unión Europea, tampoco.

Estamos intervenidos por los Estados Unidos de América. Una realidad oprobiosa que no parece importarle mucho a casi nadie. Y mucho menos a los “patriotas de pacotilla” de la derecha y la extrema derecha.

Esa es una de razones de tanta mentira como se dice de Venezuela. Resulta que Venezuela sí que tiene, actualmente, soberanía.

Y por eso mismo el imperio y sus lacayos quieren arrebatársela, como quieren arrebatársela a Cuba y a Nicaragua.

Da vergüenza escuchar a Albares. Si él y su gobierno se encuentran cómodos siendo perros falderos de los EE.UU., al menos podrían tener la decencia de no morder a los que luchan por su soberanía.

Pero, ¿qué digo?

¿Dónde se ha visto a un perro bien amaestrado no seguir los mandatos de su amo?

En este mundo de indignidad, infamia y oprobio vivimos. No nos engañemos.

No creo que la resignación sea solución. Hay que luchar por rescatar nuestra dignidad. Rescatar nuestra soberanía. Porque sin ser soberanos es una pretensión estúpida creer que podamos vivir en una sociedad democrática.

Sin soberanía no hay democracia. Cualquier persona digna tiene la obligación de luchar porque su pueblo sea soberano. Y lo primero en esta lucha es denunciar el sometimiento.  ¿Qué dicen a esto los sedicentes “constitucionalistas”? Nada en absoluto. Lo callan, lo ocultan.

Y el Jefe del Estado del Reino de España, ¿qué dice?, ¿qué hace? Lo mismo, someterse.

Si queremos rescatar nuestra soberanía, el pueblo tendrá que deshacerse de todo aquello que lo encadena, de todo aquello que lo amarra a los dictados de una potencia extranjera.

Una gran lucha, una lucha titánica que tendrá sus frutos más pronto que tarde.

Porque el imperio ya no es lo que era. Y caerá como cayeron otros. Propongo que empecemos forjando una gran alianza antiimperialista entre todos los partidarios de recuperar nuestra soberanía perdida.

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