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De la tarifa de la luz, la lucha contra el oligopolio y la transición energética que necesitamos

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Los memes sobre la subida de la luz tapan a quiénes se enriquecen con la electricidad…

_Los memes sobre la subida de la luz tapan a quiénes se enriquecen con la electricidad.

 

 Estos días se está hablando como nunca sobre la luz: precios, cargos, peajes, discriminación horaria, potencia, consumo…empiezan a ser muy habituales en conversaciones de todo tipo. La gente está achicharrada con las noticias sobre la subida descomunal de la luz y las medidas que se están adoptando, así como los consejos para ahorrar que son, ciertamente, “carne de meme”.

 


En la última semana ha saltado la propuesta de bajar el IVA a la luz como una de las medidas que se barajaban y que, de hecho, hoy ha aprobado el Consejo de Ministros. La portavoz federal de IU, Sira Rego, se manifestaba en este sentido hace poco considerando que se trata de un primer paso apropiado en estos momentos, pero no debe ser el único porque “no restará en absoluto los extraordinarios beneficios que se lleva el oligopolio eléctrico en nuestro país y ahí también hay que incidir sustancialmente”.


Y es que la rebaja del IVA de la factura tiene más una importancia cualitativa que cuantitativa. Un IVA rebajado es la expresión de que la energía se considera un bien esencial, lo cual es cierto. Pero en el bolsillo la realidad es que no tiene por qué notarse. No es menos cierto que, por una buena campaña orquestada desde la derecha, socialmente la bajada de impuestos es vista como algo positivo en general, sin entrar a valorar los impactos que esta bajada tiene.


Que desde la izquierda estamos en contra de impuestos indirectos como el IVA es una obviedad. Tan obvio como que, desde el resto de fuerzas políticas, con honrosas excepciones, no se plantean siquiera la subida de impuestos a grandes fortunas, la reforma del sistema eléctrico ni, en general, ninguna medida fiscal que toque un pelo a quienes se lucran con bienes esenciales.


Tampoco la eliminación del impuesto de generación de energía, del 7%, tiene por qué ser, per se, una buena noticia. Es, una vez más, una medida que no redistribuye beneficios ni tiene por qué repercutirse en la factura. También afecta a quienes han optado por instalaciones solares y, por tanto, tiene una parte positiva. Pero podrían articularse mecanismos para compensar este impuesto vía IRPF sin necesidad de eliminarlo.


Desde Izquierda Unida defendemos todo un paquete de medidas necesario no solo para bajar la luz, que por supuesto, sino para acabar con el oligopolio que está engrosando los beneficios de sus accionistas a costa de un bien esencial como es la energía.
 

Algunas de estas medidas ya se han hablado y están en camino de ser puestas en marcha: acabar con los beneficios caídos del cielo, repercutir a las empresas energéticas y no a los consumidores la prima a renovables o la ya vigente nueva estructura tarifaria por la que el grueso de la factura se debe al consumo real y no a los diferentes costes fijos. Todas ellas medidas necesarias y defendidas por nosotras que, próximamente, tendrán impacto en nuestros bolsillos (y esta vez, para bien).

 

Pero seguimos demandando otra serie de medidas necesarias como, por ejemplo, el impulso de una empresa pública de energía que rompa el oligopolio y permita tener una herramienta eficaz para garantizar el acceso a la energía de manera asequible. Y, en este sentido, resulta imprescindible revertir las concesiones de los saltos hidráulicos a manos públicas aprovechando, además, que un buen número de ellas están próximas a caducar. Es importante en este sentido recordar que son tres empresas las que controlan la mayor parte de las centrales de generación más importantes. Siendo la energía hidroeléctrica más barata que otras, como las provenientes de centrales de carbón o gas, las empresas parece que han jugado con las energías puestas a disposición y, por tanto, manipulado los precios al alza para inflar de nuevo sus beneficios a costa de unos consumidores agotados y dañados por la pandemia. De hecho, el Gobierno, ha pedido a la CNMC que investigue si esto está ocurriendo. La reversión de las hidroeléctricas al ámbito público, como podemos ver, resulta urgente, y un primer y firme paso hacia la nacionalización del sector.


La descentralización de la producción, acercándola a los espacios de consumo, así como propiciar el autoconsumo allí donde se pueda, son medidas que también ayudan a debilitar el oligopolio. Medidas que faciliten la instalación en los edificios, o el aprovechamiento de los operadores públicos de agua para que sean, a su vez, operadores que den cuerpo y ayuden a la comercialización energética, asesoramiento y ayudas al autoconsumo y la introducción de las comunidades energéticas en los municipios también son medidas posibles, realistas a corto plazo y muy necesarias para mejorar el acceso a energía a precios asequibles.


Por último, y dentro de este breve repaso a algunas de las medidas, no podemos obviar la educación ambiental y, concretamente, energética. Todas estas medidas que pueden ponerse en marcha, e incluso aquellas que quizá nos costará más, sin duda van dirigidas a mejorar el acceso a la energía y, especialmente, a garantizarlos a las personas más vulnerables y a la clase trabajadora, sin olvidar que todas ellas deben pasar por un tamiz de sostenibilidad ambiental que contribuya a la descarbonización de nuestra sociedad.

 


Porque hemos de tener presente que estamos inmersas en una crisis energética y la reducción de los consumos, el aumento de la eficiencia y la necesidad de adecuar la demanda de energía a la oferta de los recursos materiales necesarios para satisfacerla será el gran reto de nuestro siglo. Necesitamos medidas urgentes que aquí y ahora resuelvan el acceso a la energía necesaria para satisfacer las necesidades vitales de la misma forma y con la misma emergencia que necesitamos invertir recursos y tiempo en pedagogía: el desplazamiento del consumo tiene que ver con redistribuir la demanda para abaratar el precio y mejorar el aprovechamiento de las redes existentes.

 


Es muy difícil, por no decir físicamente imposible, seguir creciendo en consumo energético debido, entre otros motivos, a la crisis de materiales. Pero es que, además, no queremos: ¿somos conscientes del tremendo impacto que la expansión de las tan anheladas energías renovables está teniendo en nuestro entorno rural? ¿no somos nosotras mismas las del “renovables sí, pero no así”?


Hemos de entender que el mundo ya no es como pensábamos y tampoco será como algunos quieren que lo imaginemos. Y, por tanto, nuestra forma de estar en él, de habitarlo y consumir tampoco puede ser la misma. Pero, sabiendo esto, siendo radicalmente conscientes de que necesitamos cambiar el modelo energético y hemos de hacerlo priorizando a aquellos que a duras penas llegan a cubrir sus necesidades de luz, calor, climatización y están en situación muy duras. Estas transformaciones tendrán que ser realmente justas, y no sólo para no dejar a nadie atrás como se suele decir, sino para que sea socialmente justa y los esfuerzos no recaigan sobre los hombros de los de siempre.


Rehabilitación de edificios, para consumir menos y mejorar la calidad de vida.


Comercializadoras públicas, para garantizar precios justos.


Un bono social mucho más eficaz que cubra las necesidades de todas aquellas personas que lo necesiten con consumos mínimos vitales.

Nacionalización del sector, que permita la planificación de los recursos y las necesidades.


pedagogía, mucha pedagogía, para ganar la batalla cultural a los consignazos, los memes y los zascas.

 

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