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Morón

Piden 27 años de prisión para un vecino de Morón por tres delitos de abusos con penetración a una niña de 7 años

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Un joven, miembro de una banda de cornetas y tambores local,  trasladó a la Policía Nacional que había visto al acusado besando a la niña de 7 años en un parque de Morón. Diez años después, el acusado, A.G.O., “compadre” de la familia de la menor, se ha sentado en el banquillo de los acusados de la Audiencia de Sevilla.  La menor aún sigue en un centro de la Junta de Andalucía tras perder los padres su tutela.

_Un joven, miembro de una banda de cornetas y tambores local,  trasladó a la Policía Nacional que había visto al acusado besando a la niña en un parque de Morón. Diez años después, el acusado, A.G.O., “compadre” de la familia de la menor, se ha sentado en el banquillo de los acusados de la Audiencia de Sevilla.  La menor aún sigue en un centro de la Junta de Andalucía tras perder los padres su tutela.

 

Con 13 años, y tras vivir en una familia desestructurada en Morón de la Frontera, denunció abusos continuados presuntamente por parte del compadre de sus padres cuando se quedaba a dormir en la casa de éste, al que llamaba «tito», cuando tenía solo siete años.

 

Diez años después de los hechos, el acusado, A.G.O., se ha sentado en el banquillo de los acusados de la Audiencia de Sevilla, haciendo frente a una petición de pena de 27 años de cárcel. «Soy inocente. La niña se piensa que los padres se han peleado por mi culpa. Yo siempre he intentado echar una mano a todos». Ésta fue la intervención del acusado en su uso del derecho a la última palabra.

 

Sin embargo, en 2010, un joven del pueblo trasladó a la Policía Nacional que había visto al acusado besando a la niña en un parque de Morón. Este joven, miembro de una banda de cornetas y tambores local, se lo dijo también a la que por entonces era novia del acusado y su compañera en la banda. Ella denunció los hechos.

 

 

Pero la niña, entonces, negó los besos o los tocamientos en un relato, según declararon en el juicio los profesionales de Adima (Asociación para la defensa de la Infancia y la prevención del maltrato en Andalucía), que estaba «contaminado» y con una argumentación adulta. La menor, con tan solo siete años, «estaba aleccionada por los padres».

 

CONDUCTA SEXUALIZADA

 

Después de esto, los padres pierden la tutela de la niña, que pasa a un centro de la Junta de Andalucía en otro municipio de la provincia de Sevilla. La menor, según los psicólogos que la trataron desde entonces hasta 2016, cuando verbalizó los abusos, destacan de ella un carácter impulsivo, tendente a autolesionarse, confude afecto con relaciones sexuales y presenta una conducta sexual poco habitual para su edad.

 

Ella era reticente a contar nada porque temía que tuviera consecuencias en su familia, que se rompiera su unión. Se creía que era adoptada y si contaba algo la excluirían. Aunque la familia ya estaba rota, pues sus padres están peleados. De hecho, su madre, como reconoció en el juicio, lleva tres años viviendo con el acusado, aunque negó que fueran pareja. La víctima admitía al acusado como uno más su familia. Incluso, la visitaba junto a su familia, aunque estos encuentros eran fuera del centro. Siempre lo defendió.

 

 

Pero en 2016 ella le dice a los profesionales de Adima que tiene algo que contarle importante. Lo hace en primer lugar a su hermana porque necesita que ésta le apoye. Verbaliza los abusos de A.G.O. y los tocamientos pero con miedo a que familia se posicione con el compadre, como así han hecho los padres, quienes señalan que la niña ha empezado a contar esto a raíz de «ir a la psicóloga», insinuando en el juicio que era algo que esta profesional le había metido en la cabeza.

 

Entonces, la víctima realizó un relato verosímil, constante en el tiempo y sin elementos decorativos, según los profesionales de Adima. La menor, según se pudo oir en el juicio durante la prueba preconstuitida, contó cómo el compadre de su padre la llevaba al parque, le compraba chucherías, le hacía regalos como videoconsolas.

 

Conocía a sus hijas que eran mayores que ella. La llevaba al cine. Se quedaba a dormir en casa del acusado, con el conocimiento de sus padres. A veces cuando estaban sus hijas, otras veces a solas con él. Hasta que abusó de ellas en dos o tres ocasiones en su dormitorio y en el salón. El acusado estaba separado, pero cuando la exmujer llegaba a casa, encerraba a la menor en el baño, según relató ella misma.

 

LA MADRE VIVE ACTUALMENTE CON EL ACUSADO

 

 

La madre de la víctima, en el juicio, negó que su hija se quedara a solas con el acusado, que se encuentra en libertad provisional, al tiempo que acusaba a su hija de mentir sobre los abusos y los tocamientos. «Pongo la mano en el fuego» por el compadre, dijo.

 

Los profesionales de Adima, en su declaración como peritos en el juicio, manifestaron que la menor les señaló que su madre le había dicho que no le hiciera daño a A.G.O. porque «se iba a quedar en la calle». «Mi madre me dijo que no contara nada y me daría un regalo», confesó la víctima en su declaración, la prueba reina, según la Fiscalía.

 

La madre vive actualmente con el acusado. Estos hechos se los contó a toda su familia en una visita que le hicieron los padres y los hermanos en enero de 2016.

 

La Fiscalía acusa a este varón de un delito continuado de abusos y de tres delitos de abusos con penetración con la agravante de prevalimiento por ejercer una superioridad sobre la víctima en base a la relación de confianza que tenían y por la edad de la menor. Le exige una indemnización de 20.000 euros y 27 años de cárcel.

 

Fuente: https://sevilla.abc.es/provincia/sevi-menor-acusa-abusos-compadre-padres-no-creen-nunca-tocado-202007211336_noticia.html

 

 

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