Morón
El hilo que analiza cómo debe tratar el periodismo al fascismo para evitar impulsarlo
Crece la preocupación ante el auge del fascismo en muchos lugares del mundo. Partidos ultraderechistas y líderes políticos como Le Pen en Francia, Salvini en Italia, Bolsonaro en Brasil y Santiago Abascal…
Crece la preocupación ante el auge del fascismo en muchos lugares del mundo. Partidos ultraderechistas y líderes políticos como Le Pen en Francia, Salvini en Italia, Bolsonaro en Brasil y Santiago Abascal con Vox en España, siguen sumando adeptos a sus ideas xenófobas y ultranacionalistas. Ahora los medios se preguntan cómo deben actuar ante el ascenso de este fenómeno. ¿Ignorándolos para no dar visibilidad al discurso del odio o mostrando la realidad tras sus tesis?
Ana Pastor se hacía esta pregunta en su programa y ahora el periodista Pedro Vallín, de La Vanguardia, ha dado su opinión en un hilo. Vallín considera que la clave es “no difundir la agenda fascista” y apunta a que no lo estamos haciendo bien dando pábulo a sucesos escabrosos, magnificando la llegada de inmigrantes o relatando el debate territorial "en términos de selección de bandera":
Ayer, @_anapastor_ preguntaba cómo debe tratar el periodismo al fascismo para evitar impulsarlo. ¿Nos choteamos, los silenciamos o los tratamos como si fueran gente seria? Difícil. Mi propuesta es indirecta: Cómo tratar al lector/espectador/oyente para evitar el fascismo.
— Pedro Vallín (@pvallin) 8 de octubre de 2018
La clave es NO DIFUNDIR LA AGENDA FASCISTA. Si nos pasamos el verano dando espacios sin fin a la llegada de inmigrantes, como si viviéramos una oleada que no existe, da igual que el tratamiento sea serio y riguroso, el público creerá que tenemos un problema de inmigración.
— Pedro Vallín (@pvallin) 8 de octubre de 2018
Si dedicamos horas sin fin a contar que unos quitan lazos y otros los ponen, como si los catalanes estuvieran a punto de emprenderla a tiros, da igual que tengamos tertulianos o columnistas muy serios, el público creerá que estamos al borde de la confrontación civil.
— Pedro Vallín (@pvallin) 8 de octubre de 2018
Si toda la programación televisiva de las mañanas consiste en hablar de sucesos escabrosos, ignorando que en realidad tenemos los niveles de delincuencia criminal más bajos de la historia y de los más bajos del continente, la gente creerá que necesitamos endurecer el código penal
— Pedro Vallín (@pvallin) 8 de octubre de 2018
Si cada vez que un terrorista condenado obtiene un tercer grado o es excarcelado por motivos de salud dedicamos páginas y páginas a debatirlo como si no fuese lo normal en democracia (que la ley penitenciaria se aplica), el público creerá que hay oscuros pactos con el terrorismo.
— Pedro Vallín (@pvallin) 8 de octubre de 2018
Si a cualquier noticia sobre los pocos cientos de manteros que operan en Madrid o Barcelona le damos tratamiento de Cuestión de Estado el público creerá que nuestros barrios viven sometidos a un régimen de terror nunca visto, cuando todos los indicadores dicen JUSTO LO CONTRARIO.
— Pedro Vallín (@pvallin) 8 de octubre de 2018
Si apenas informamos de los desahucios pero hacemos debates sobre narcopisos, cuando el primer problema ha afectado a cientos de miles de ciudadanos y el segundo estadísticamente es residual, el público creerá que la amenaza al vecindario son los negros y no la ley hipotecaria.
— Pedro Vallín (@pvallin) 8 de octubre de 2018
Si cuando nuestras grandes ciudades hacen lo propio del momento, es decir, sacan vehículos contaminantes del centro, montamos debates de los años setenta sobre el supuesto "derecho" a hacer lo que te plazca con tu coche, degradamos e irritamos al ciudadano.
— Pedro Vallín (@pvallin) 8 de octubre de 2018
Si nos esforzamos en relatar el debate territorial del Estado en términos de selección de bandera, si decimos a los ciudadanos que son desiguales por su identidad y no por su renta, crearemos en el público la necesidad de elegir bandera.
— Pedro Vallín (@pvallin) 8 de octubre de 2018
Como no hemos hecho esto sino lo contrario, como hemos actuado de forma irresponsable como gremio en pos del debate cutre, el click y la audiencia, quizá no estamos ya a tiempo de hacer nada muy relevante contra el fascismo.
— Pedro Vallín (@pvallin) 8 de octubre de 2018
Porque el primer deber del periodismo es la selección de agenda. Esa jerarquización del mundo es lo más importante que hace cada día un periodista, mucho más importante que escribir bien o invitar a analistas sensatos. Y lo segundo no redime de lo primero.
— Pedro Vallín (@pvallin) 8 de octubre de 2018
La agenda no viene dada ni la marcan los políticos. La creamos nosotros. Si existe alguna posibilidad de detener el fascismo y si esa posibilidad pasa por el periodismo (son dos "y si"), no creo que dependa de cómo los tratamos, sino de silenciar su agenda racista e identitaria.
— Pedro Vallín (@pvallin) 8 de octubre de 2018
Hala, ya está, ya me callo. (Hasta que luego me acuerde de que se me ha olvidado algo).
— Pedro Vallín (@pvallin) 8 de octubre de 2018
APÉNDICE I. Lo enlacé hace días, pero viene al caso hoy: el periodista Manuel Ligero cronometró un informativo de máxima audiencia por temas. Explica cómo la elección de agenda traslada una distorsión sobre cómo está una ciudad, un país o el mundo. Leedlo: https://t.co/xx8WTFqgZ4
— Pedro Vallín (@pvallin) 8 de octubre de 2018
APÉNDICE II. Este es un gráfico conocido de Eurostat que explica de forma simple el divorcio entre la realidad de la inmigración y la percepción que tiene la ciudadanía, fruto en buena medida de nuestro desempeño periodístico. pic.twitter.com/SiucmLzylP
— Pedro Vallín (@pvallin) 9 de octubre de 2018