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Morón

8 de Marzo: sobran los motivos para la Huelga de 24 horas

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Este 8 de Marzo volvemos a ponernos en huelga y a llenar las calles de reivindicaciones por la igualdad. Los sindicatos han vuelto a darnos cobertura legal…

Este 8 de Marzo volvemos a ponernos en huelga y a llenar las calles de reivindicaciones por la igualdad. Los sindicatos han vuelto a darnos cobertura legal y desde hace varios meses, en Morón y el resto del Estado se lleva trabajando en la preparación de lo que esperamos sea una jornada de reivindicación con un éxito mayor que la de 2018.

 

¿Existen motivos para la huelga?

 

La población activa femenina se sitúa a casi once puntos y medio por debajo de la masculina y el 90% de las mujeres inactivas, lo son por dedicarse a las labores del hogar. El 73% del empleo a tiempo parcial lo desarrollan las mujeres y el 90% de personas que se acogen a excedencias para el cuidado de los hijos son mujeres. Además, la tasa de paro de los hombres es del 12,87% mientras que para las mujeres es del 16,26%.

 

 

Estos no son más que algunos datos que nos muestran que las mujeres aún estamos en una situación muy desfavorable con respecto a nuestros compañeros y soportamos el peso de una doble opresión: como trabajadoras y como mujeres. Es por ello, que las mujeres hemos dicho basta y el 8 de Marzo se ha convertido en una de las jornadas de reivindicación más importantes de todo el año.

 

Las mujeres trabajadoras nos enfrentamos a todo tipo de prejuicios a la hora de encontrar empleo o en el desarrollo del trabajo, sobretodo si estamos en edad fértil, ya que los empleadores ven en nosotras un sobrecoste como mano de obra. Es por eso que desde grandes corporaciones multinacionales se está llegando a ofrecernos la congelación de nuestros ovarios para que no dejemos de trabajar en los años más productivos de nuestra vida y que seamos madres a partir de los 40 años, cuando nuestra carrera profesional esté más consolidada. Nos tratan de convencer de que es una liberación pero lo único que hay detrás son intereses empresariales.

 

Las empresas que ofrecen esto a sus empleadas son por ahora minoría, pero a otro nivel ¿no están forzando a las mujeres a renunciar a ser madres? Evidentemente cada mujer puede tomar la decisión que le plazca con respecto a la maternidad pero denunciamos esta trampa disfrazada de modernidad que nos evidencia que las trabajadoras hemos venido a este mundo a elegir entre dedicarnos a las tareas domésticas y la familia, a producir beneficios para otros renunciando a nuestra vida familiar o a ser esclavas del trabajo doméstico y del trabajo productivo, en definitiva, a vivir bajo el yugo de dos sistemas inseparables: patriarcado y capitalismo.

 

El capitalismo nos exprime todo el potencial productivo mediante jornadas laborales eternas, contratos temporales que hace imposible una previsión mínima de futuro, y un ritmo que acelera la inercia de la vida misma. Una vez que una mujer es madre, los obstáculos en su vida laboral de multiplican. Las reducciones de jornada o las excedencias por maternidad suponen una disminución en las aportaciones a la Seguridad Social y tendrá consecuencias significativas en las pensiones en el futuro. ¿Hablamos entonces de derechos para las mujeres si tenemos que decidir entre ser madres o renunciar a parte de nuestro salario presente (sueldo) y futuro (pensión de jubilación)?

 

Indefensas ante las agresiones

 

Pero no sólo debemos soportar la desigualdad en el ámbito laboral. Según los datos del Gobierno, en 2018 se pusieron 125.223 denuncias por violencia de género y fueron asesinadas 47 mujeres. Además, en 2017 se produjeron 2.219 denuncias por violación de las cuales solo fueron investigadas el 68%.

 

Nos encontramos ante una situación de indefensión cuando somos agredidas física, psicológica y sexualmente. Se demostró con el caso de “la manada” cuando una joven fue víctima de una violación en grupo y se topó con el poder judicial, que se limitó condenar a los acusados de abuso sexual en lugar de violación y que se encuentran en libertad bajo fianza junio de 2018.

También conocemos el caso de Juana Rivas, quien fue acusada de “sustracción de menores” al venir a España con sus dos hijos contra la voluntad del padre, condenado en 2009 por maltrato a Juana. Ella volvió a denunciar a su ex pareja por maltrato en 2016, pero esa denuncia se envió a Italia por falta de una traducción y no se tuvo en cuenta. Actualmente, los hijos de Juana Rivas llevan más de un año viviendo con el padre y el juicio por su custodia ha quedado visto para sentencia.

 

 

 

Las mujeres sobretodo si no pertenecemos a una gran familia, si somos meras trabajadora, inmigrantes o de bajos recursos tenemos que sufrir los prejuicios machistas de policías y jueces, que en muchos casos desoyen nuestras denuncias. Es con estos casos concretos cuando se revela el verdadero papel de la llamada Justicia, que no es otro que la salvaguarda del orden establecido por los poderosos.

 

Mercantilización de la mujer pobre

 

Pero si hablamos de violencia contra las mujeres no podemos dejarnos atrás una de las peores formas de esclavitud que viven las mujeres: la prostitución. Se calcula que hay unas 100.000 mujeres que se ven obligadas a ejercer la prostitución ya sea porque son víctimas de la trata o por vivir una situación de extrema necesidad. Si el feminismo quiere realmente acabar con la desigualdad y con la opresión que sufrimos las mujeres, debe oponerse tajantemente a su legalización, pues se estaría legalizando la esclavitud de miles de mujeres que no tienen otra salida para sobrevivir.

 

Los liberales de ciudadanos siempre defenderán tu libertad para decidir vivir debajo de un puente y la libertad para decidir si te prostituyes o no.

 

Sin embargo yo no soy liberal, yo soy marxista y por lo que lucho cada día es por crear crear las condiciones materiales necesarias que permitan la vida digna sin tener que recurrir a la prostitución para sobrevivir. Algo que sólo se puede conseguir garantizando el trabajo a todo el mundo y/o por ejemplo con la renta básica. Por eso las mujeres de ciudadanos tienen que desligarse del movimiento y salir con su “Feminismo Liberal (que por supuesto no han inventado) porque el feminismo real que está en la calle y que pone en duda el sistema, va contra los intereses de a quienes ellas representan.

 

Además de la prostitución, en el último año se ha avivado el debate de la gestación subrogada. En esta práctica, una mujer, a cambio de dinero, alquila su útero para gestar un embrión de padre y madre diferente. Algunos liberales catalogan a la gestación subrogada como un acto “altruista y solidario” hacia dos personas que quieren ser padres y no pueden serlo. En palabras de Albert Rivera “¿Hay algo más feminista que una mujer ayudando a ser madre a otra mujer, altruistamente y con garantías?”. Sin embargo, solidaridad y altruismo, en ningún caso, van acompañados de dinero.

 

 

De nuevo vemos cómo los representantes y, por supuesto, las representantes de los poderosos, disfrazan la esclavitud de la mujer bajo la máscara de la modernidad y la renovación. Sólo hay que escuchar a Inés Arrimadas o Begoña Villacís.

 

Lo que hay detrás de la gestación subrogada se llama lucha de clases. Ricos y ricas pagando a una mujer pobre para que geste por ellos. Se trata de un acto que, igual que la prostitución, se hace por necesidad. Un acto que no se haría si las mujeres que alquilan su útero tuvieran las necesidades materiales cubiertas. ¿Cuántas mujeres ricas prestan su útero para este acto “altruista”?

 

Es por ello que debemos luchar por crear las condiciones materiales necesarias que permitan la vida digna sin tener que recurrir a ningún tipo de mercantilización de nuestros cuerpos y nuestra vida.

 

¿Una lucha sólo de mujeres?

 

Yo sí pienso que en la lucha por la igualdad no se debe excluir a nuestros compañeros, tampoco que haya que trabajar al lado de las mujeres como Inés Arrimadas, que lejos de luchar por la igualdad, trabajan para legalizar la mercantilización de nuestros cuerpos, o al lado de mujeres que cuando gobiernan, como Susana Díaz, ceden servicios públicos a empresas privadas que represalian sindicalmente a las trabajadoras, como pasó en la Residencia Cantarranas.

 

 

Ellas mismas se desligan de la jornada de huelga y sólo algunas van a las movilizaciones arrastradas, muy a su pesar, por el movimiento de millones de mujeres y hombres contra el patriarcado. Son defensoras y privilegiadas del sistema y son ellas mismas quienes, en el ámbito empresarial o político, llevan a cabo acciones que nos oprimen.

 

En definitiva, tenemos que contar con nuestros compañeros aliados y alejarnos de aquellas mujeres que utilizan nuestra lucha para mantener cuotas de poder en sus ámbitos pero que a la hora de la verdad trabajan para mantener nuestra posición de subordinación con respecto al hombre.

 

La experiencia de la huelga y las manifestaciones de 2018 demostró que en todas partes millones de personas de ambos sexos desbordaron las manifestaciones. Este año volveremos a hacer huelga y volveremos a llenar las calles de morado para decirle al mundo que no vamos a renunciar a ninguno de nuestros derechos.

 

Habrá quien nos llame rancias, radicales y feminazis, pero no porque sean malos, sino porque no se enteran de nada. O sí.

 

 

 

 

 

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