Connect with us

Opinión

El cuerpo de Cristo por El Pantano.

Publicado

on

El cuerpo de Cristo, como casi todo el mundo sabe por estos pagos, fue muy maltratado. Lo dejaron como un “ecce homo” y,…

El cuerpo de Cristo, como casi todo el mundo sabe por estos pagos, fue muy maltratado. Lo dejaron como un “ecce homo” y, posteriormente, lo crucificaron.

El imperio romano de entonces (que tenía mucho menos poder que el actual imperialismo otánico-euroyanqui), aliado con los sumos sacerdotes judíos, lo tuvieron claro: lo que decía y hacía Jesús, el nazareno, era peligroso para ellos. Así que, de consuno, decidieron eliminarlo. Aunque Poncio Pilatos, prefecto de Judea, ideó una estrategia para ver si podía salvarlo, según los Evangelios.

La  “democracia participativa” del momento daba derecho al pueblo a salvar a un condenado a muerte de entre dos que se le presentaban.

No pudo ser. Es evidente que el luchador anti-imperialista Barrabás, que había matado a un soldado romano, suscitaba mucha mayor simpatía que Jesús. Quizás porque entre los congregados en la plaza había más republicanos que monárquicos y les hizo efecto el cartel que Pilatos le colgó al Mesías (El Enviado) al cuello y que decía I.N.R.I (Iesus Nazarenus Rex Iudaeorum, o sea:  Jesús Nazareno, Rey de los Judios) o quizás porque los partidarios de Barrabás estaban mucho mejor organizados que los cristianos y fueron a la plaza en mucho mayor número.

Efectivamente, el cuerpo de Cristo fue muy maltratado: le pegaron, le escupieron, le dieron de latigazos, le pusieron una corona de espinas en la cabeza, le hicieron subir un montón de cuestas con un madero sumamente pesado, debilitado como estaba por la pérdida de sangre. Y ya en el Gólgota, lo clavaron en la cruz. Y para más inri, según San Juan, el centurión Longinos  le clavó una lanza en el costado.

Horroroso lo que hicieron con el cuerpo de Cristo. Una cruel atrocidad.

Todos estos pensamientos me han venido a la mente esta mañana al ver por las calles del Pantano un desfile de gente bien vestida con báculos dorados o plateados que celebraban, en domingo, el Corpus Christi (el cuerpo de Cristo)

Pensé en todos aquellos que están muriendo en los cinco continentes por hambre, por enfermedades fácilmente curables, por falta de agua potable,… en una palabra: por culpa de un sistema que antepone el dinero a las personas. Un sistema que es apoyado por la casi totalidad de los portadores de báculos, catequizados en vano, como dice nuestro gran poeta Alberto García Ulecia.

Partidarios, ¿sin saberlo?, de una civilización en la que el hombre es un lobo para el hombre. De una civilización depredadora, devoradora de recursos y de personas.

Una civilización antropófaga cuya simbología más clara, como si de un gran lapsus freudiano se tratara, se muestra palpable en la eucaristía.

No se escandalicen de mis palabras. Al fin y al cabo son sólo eso, palabras. No pierdan el tiempo en ello. Escandalícense de la brutal realidad de millones de cuerpos escarnecidos, como el de Cristo, para encontrar, entre todos los hombres de buena voluntad, el remedio.

Lo demás es pose, hipocresía o algo todavía peor que no me atrevo siquiera a nombrar.

Continuar leyendo
Publicidad