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Opinión

Cartas al director.CARIDAD VERSUS JUSTICIA SOCIAL.

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Si tuviere tanta fe como para mover montañas, mas no /tuviere cariad, nada soy/Y si repartiere todos mis bienes,/y si entregare mi cuerpo para ser abrasado,…

Si tuviere tanta fe como para mover montañas, mas no                                                                                                                                                                                          tuviere cariad, nada soy
Y si repartiere todos mis bienes,
y si entregare mi cuerpo para ser abrasado,
mas no tuviere caridad, ningún provecho saco.
La caridad es sufrida, es benigna,
La caridad no tiene celos, no se pavonea, no se infla, […].

He extraído este texto de una de las cartas de Pablo dirigida a los Corintios, para así introducir un tema que me parece importante, sobre todo con los tiempos que corren y las fechas Navideñas en las que estamos inmersos.
A nada que nos fijemos un poquito, podemos ver como nos bombardean con noticias e imágenes de bancos de alimentos, operaciones kilo y eventos por el estilo, al tiempo que nos dicen que hay cada vez más gente en la pobreza por culpa de la crisis y a los cuales todos debemos ayudar con nuestra solidaridad y caridad. Estoy de acuerdo y yo mismo, a regañadientes, doy todo lo que puedo para aquellos que más lo necesitan.
Pero no me negarán ustedes que esta caridad que profesamos, aunque de buena voluntad, no es más que un parche ante la injusticia social que vivimos, ahora acentuada  por la política devastadora  del Partido Popular. Un parche muy aplaudido por esta derecha católica, que quiere ponernos a todos a hacer caridad, algo muy cristiano según ellos, y nos hace olvidar que hay que buscar el bien común y la igualdad en todos los aspectos. La caridad es necesaria cuando existe la injusticia y la desigualdad entre los pueblos y los individuos.
¿No os parece que quedan muy bien esas señoronas envueltas en pieles, vestigio desafortunado de una época funesta, haciendo sus obritas de caridad cuando llega diciembre? Así tan dignas y prepotentes ellas, repartiendo migajas a los necesitados y esperando ganarse el cielo y un puesto a la derecha del Padre. Bueno, a la derecha ya están.
No se han fijado también como una vez al año, los trota hermandades, meapilas y capillitas se vuelven locos organizando las obritas de caridad para los pobres. Luego, el resto del año, miran por encima del hombro y se las trae floja las desigualdades sociales. No quieren ni oír hablar de igualdad, pues en realidad son clasistas y anhelan estar más alto y mirar desde ahí a la masa.

De sobra sé que como no hay justicia social, ni la habrá, mientras la economía de los poderosos y sus pelotillas sigan gobernando el mundo, tendremos que tener caridad, pero procuremos que sea de forma callada, anónima y sincera, pues es la única forma de que revoque un nosotros algún bien. Practiquémosla pues, pero teniendo siempre el objetivo de un horizonte de equidad y justicia. Un horizonte donde no haya nadie repartiendo las migajas de las grandes mesas, pues todos tendrán las herramientas para cubrir de sobra las necesidades del cuerpo y la mente.
Con esto último, quizá haya alguno que me tome por muy religioso, pero les garantizo que creo en la Iglesia Católica o en cualquiera otra tanto o menos que en el ratoncito Pérez. Pero como leo un poco, de vez en cuando encuentro buenos textos que le hacen pensar a uno, sin importarle de dónde vienen y aquí les dejo un extracto de uno qué pertenece al Papa Pío XI. ¡Toma ya!
“A cada cual debe dársele lo suyo en la distribución de los bienes, siendo necesario que la partición de las riquezas creadas en una sociedad se revoque y se ajuste a las normas del bien común o de la justicia social…”

                                                                                                                                                                                  Carta al Director de  Francisco Javier Reina Salas

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