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Opinión

Gamberros con láseres y armas automáticas de plástico «atacan» a coches en Morón

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Carta al Director.Ayer martes 23 de septiembre me llevé dos sustos al volante. Intentaré ser breve para no aburrir al personal. El primero fue cuando conducía al mediodía principio…

Carta al Director.Ayer martes 23 de septiembre me llevé dos sustos al volante. Intentaré ser breve para no aburrir al personal. El primero fue cuando conducía al mediodía principio de la Calle Jerez Baja y desde lejos vi a un chiquillo de unos 10 años por la calle paralela, que como saben los moronenses está a otra altura y se separa de la calzada principal por un murete.

El niño portaba un lo que parecía un arma automática de juguete –ya hay que tener poco gusto para comprarle a un niño tal instrumento- y la apuntó a mi vehículo cuando pasé a su altura. El impacto de lo que era un balín (no se si metálico o de plástico) me sobresaltó y tuvo que pegar un frenazo en mitad de la calle. Suerte que nadie venía detrás.

Pude dar marcha atrás y reprender al gamberrete –por llamarla de una manera suave- que se escondía tras la puerta de la entrada de su casa. Espero que al menos sirviera para que no siguiera con la gracia, aunque no las tengo todas conmigo.

Por la noche ya fue el remate. Llegaba a mi casa sobre las 11 de la noche bajando por la calle Molino, a la altura de la calle … que tiene un acceso al Parque de La Huerta del Hospital.  De repente se me volvió todo verde fosforescente. No sabía si me estaban dando el alto la Guardia Civil o que carajo pasaba. Pegué un volantazo que casi me empotra contra los coches que estaban aparcados. Después del susto caí en que podía ser uno de estos láseres que tanto se han vendido en la feria y que otro gracioso estuviera dando por saco estrenando el juguetito. Efectivamente, un niño de unos 12 o 13 años se escondía tras una esquina al lado del parque y cuando me vio que iba a hablar con él echó a correr hacia San Francisco por la calle…

Todos cuando hemos sido pequeños hemos hecho gamberradas, son cosa de la edad. Ahora bien, con la impunidad que se hacen estas cosas ahora es lo que me parece que no es normal.

Ambos niños estaban rodeados de adultos y ninguno les reprendió. Por no hablar de los padres que compran ciertos artilugios para no sé qué cosa. Si tengo suerte y este artículo es leído por alguno de los padres de estos niños les voy a pedir un favor: pídanle a sus hijos que le apunten con el puñetero laser a los ojos durante al menos cinco horas para que vean de primera mano la gran utilidad que tiene esos punteros; con respecto a los otros que portan armas como si fueran marines o unidades especiales –hay que recordar que esas armas sirven sólo para matar a otras personas-, si se trata de que el vástago afine la puntería póngase una diana de papel en sálvese  la parte y eah!, a darle a la dianita.

A lo mejor si me hacen caso el año que viene se les quite las ganas de comprarles tanta jilipolleces en la feria, que para lo único que sirven es para dar por saco. Si son tan amables, hagánme caso, los demás se lo agradecermos.

Alfonso Martínez García

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