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Morón

Carta al Director. El individualismo

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Opinión. Sr. Director: Corren tiempos de extremo individualismo. El individualismo consiste en poner por delante los intereses u opiniones de una sola persona a los de toda una colectividad. Teniendo en cuenta la anterior definición es evidente que el individualismo es algo negativo….

Opinión. Sr. Director: Corren tiempos de extremo individualismo. El individualismo consiste en poner por delante los intereses u opiniones de una sola persona a los de toda una colectividad. Teniendo en cuenta la anterior definición es evidente que el individualismo es algo negativo.

Lo cual no quiere decir que no se tenga que tener en cuenta al individuo, a la individualidad y darle su lugar y sus derechos. Es evidente que las personas, los individuos, tenemos derechos que se deben reclamar.

Pero cuando alguien no está dispuesto a seguir las normas democráticamente establecidas  y considera que su opinión está por encima de cualquier norma y tiene pleno derecho a hacer lo que le venga en gana, entonces, la convivencia es imposible.

Para jugar al fútbol existen unas reglas. No se puede tocar el balón con las manos. No se pueden dar patadas a los contrincantes, ni se pueden dar puñetazos, ni morder. Si no hubiera reglas no se podría jugar a ningún deporte.

Para conducir se necesitan respetar unas normas y las señales de tráfico. Si no sería un desastre. Y así con casi todas las cosas en la vida.

Lo mismo pasa con cualquier colectivo formalmente constituido: tiene sus reglas que vienen en sus correspondientes Estatutos.

Las personas que no están dispuestas a acatar las normas del fútbol o de la circulación se enfrentan a que le saquen tarjeta amarilla o roja, o a que le pongan una multa o le retiren el carnet de conducir.

El individualismo exacerbado es una actitud totalmente pueril. Consiste en mantener que en un colectivo se ha de hacer lo que diga una persona y no lo que se haya decidido democráticamente entre todos. Si no se hace lo que ellos dicen, rompen la baraja.

 Las gentes que quieren siempre salirse con la suya no están preparados para vivir en sociedad. Por eso el individualismo es uno de los grandes problemas de nuestro tiempo.

Lo propio de una mentalidad madura es respetar las normas democrática y legítimamente acordadas. Y mucho más si al colectivo se pertenece voluntariamente.

Nadie que se afilie a un partido nazi puede pretender que dicho partido condene a Hitler porque a él o a ella  no le gusta. Nadie que se afilie al PP puede pretender que dicho partido, porque a él o a ella  le dé  la gana, presente mañana una moción en el Ayuntamiento condenando el franquismo o propugnando la propiedad colectiva de los grandes medios de producción.

Si una persona se afilia a una asociación antitaurina o anticlerical no puede pretender, razonablemente, que dichas asociaciones reivindiquen las corridas de toros y hagan esfuerzos para conseguir que los curas tengan cada vez más poder.

Todo esto es de Perogrullo. Si, ese que decía que la mano cerrada se llamaba puño y que en boca “cerrá” no entran moscas.

Juan Carrillo López-Rodríguez

 

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