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Morón

Semana de pasión o semana de jolgorio

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Opinión.“En este mundo traidor, nada es verdad ni es mentira. Todo es según el color, del cristal con que se mira”, reza un refrán popular….

Opinión.“En este mundo traidor, nada es verdad ni es mentira. Todo es según el color, del cristal con que se mira”, reza un refrán popular.

Pues eso. Que la primavera la sangre altera. Y las ganas de jolgorio recorren los cuerpos. Lo sabían muy bien los romanos que seguían con las fiestas después de Carnestolendas. Los cristianos se aprovecharon de estas fiestas romanas para intentar arrimar el ascua a su sardina y, poco a poco, fueron instituyendo la Semana Santa.

Los nacionalcatólicos españoles, junto con algunos sudamericanos, son los que mejor han conocido el carácter pagano del pueblo. Y sumándose a la máxima de que si no puedes vencer a tu enemigo, únete a él, idearon los ídolos actuales: las imágenes.

El pueblo es muy bruto y no le va eso  de la espiritualidad. El pueblo tiene que ver, tocar, oler y escuchar. Por eso las imágenes, los besamanos y besapiés, el  incienso y los estridentes sonidos de los tambores y trompetas. Hay que hacerse escuchar y la verdad es que ruido hacen.

El olor a azahar y la temperatura suave lleva al pueblo a la calle. Si además hace sol, la fiesta está asegurada. La gente se arremolina en los bares disfrutando de la cerveza fresca y los mariscos. Es la alegría de vivir.

Mientras tanto, ¿quién se acuerda de aquel galileo cuya pasión se conmemora?

Casi nadie. No es cuestión de amargarse la vida sino de disfrutarla. Por eso la figura de Jesucristo molesta a muchos durante la Semana Santa.

Yo creo que para que vinieran más turistas, sería necesario hacer una Semana Santa donde la figura de Cristo y sobre todo su mensaje quedaran todavía más ocultos. Más, mucho más, folklore y menos espiritualidad que sólo sirve para amargarse la vida.

Y no hacer caso en absoluto a los del centro y norte de Europa. Y mucho menos a protestantes y musulmanes que tienen prohibido el uso de imágenes.

Es una señal de que no entienden  nada. No comprenden al pueblo. Esa es la prueba definitiva de que sus dioses son falsos. La prueba más irrefutable de que el dios verdadero es el de los nacionalcatólicos es que se puede imprimir en láminas y estampitas, se puede esculpir en madera, piedra y metal y además es el único que es acompañado por alcaldes y concejales, guardia civil, ejército,  curas y legionarios que, para estos menesteres, prescinden de la cabra porque como todo el mundo sabe la cabra, y mucho más los cabrones, son símbolos del diablo.

No tengo nada contra el folklore. Al contrario. Pero, amigos míos, hay que distinguir entre las churras y las merinas. Y dar al César lo que es del César, a los dioses lo que es de los dioses y al folklore lo que es del folklore. Porque de lo contrario nos hacemos un gran lío. Confusión que contribuye a que la gente haga  lo contrario de lo que pregona.

Y esa es la razón por la cual una sociedad que se declara en un alto porcentaje cristiana tenga muy poco de cristiana y si mucho de pagana. Esto lo sabe bien Francisco que ha llamado a una evangelización de aquellos que se suponen que ya debieran estar evangelizados.

La civilización hedonista que hemos creado acaba con toda espiritualidad. Y cómo decía nuestro gran poeta Julio Vélez, combatiendo la hipocresía, “no puedes ser y parecer al mismo tiempo. Te tienes que decidir”

Folklore y turismo o espiritualidad. Esa es una de las cuestiones.

Diderot

 

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