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Morón

Rincones de nuestro pueblo. El reloj de Losada

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Aunque las tendencias y las modas vayan cambiando cada cierto tiempo, la costumbre de comer las doce uvas,…

Aunque las tendencias y las modas vayan cambiando cada cierto tiempo, la costumbre de comer las doce uvas, acompañando a las campanadas de fin de año, es un rito del cual parece no queremos aun desprendernos.

Nuestro Ayuntamiento, con su  fachada rojiza, calada de una decena de arcos, testigo de numerosos  cambios sociales… vivió muchas Nocheviejas con su plaza atestada de personas disfrazadas, con botellas de champán o cava en la mano, serpentinas y confetis  y muchas ganas de empezar el año en plena juerga y mantenerla hasta que el cuerpo aguantara.

Desde la parte más alta de la fachada consistorial, una torreta alberga el magnífico reloj de aquel joven José Rodríguez Losada, perseguido como fugitivo por sus tendencias liberales y exiliado a Francia, hasta que regresó a España en noviembre de 1866, bajo el reinado de Isabel II.

El reloj, fabricado en la relojería  londinense de Losada, costó 3.000 pesetas en aquellos años y en su maquinaria figura la inscripción “7 de septiembre de 1878 J.R. Losada Regent Street”, aunque esto no sea visible al ciudadano.

Solo si la vista alcanzara, podríamos ver desde la plaza y mirando hacia su esfera compuesta de números romanos, y adornada ésta con una figura parecida a una estrella de doce puntas o una flor de hojas puntiagudas, el nombre de Losada, junto al de London, compartiendo los espacios del VII al V.

A su regreso, Losada llega a Madrid y al contemplar las obras nuevas realizadas en la Puerta del Sol, recibió de paso las quejas de los ciudadanos sobre el mal funcionamiento de los dos últimos relojes colocados en el edificio de gobernación.

Acostumbrado el vulgo a criticar lo que no veía bien, ni idóneo para la ciudadanía, no tardó en salir una coplilla a la calle recogiendo la queja popular, que curiosamente Nieves Concostrina recoge en su libro “Menudas historias de la historia”, que dice así:

 

Este reló tan fatal

que hay en la Puerta del Sol

dijo un turco a un español,

¿por qué funciona tan mal?

y el turco con desparpajo

contestó cual perro viejo

este reló es el espejo

del gobierno que hay debajo

 

 

Losada regala a su majestad, un reloj de idénticas características a nuestro reloj municipal, una maquinaria perfecta y precisa que solo retrasa cuatro segundos al año y que no hace falta desmontarlo entero para cambiarle una pieza.

Así pues, al igual que los gatos reciben anualmente la llegada del nuevo año en su magnífica y amplia plaza al son de las doce campanadas y tras los cuartos y el carrillón,de tan veterano reloj, al igual nosotros, los moronenses, también recibimos por muchos años al año nuevo,  pendientes de que las agujas se unieran en una línea perfecta, marcando así el punto de salida al correr imparable del tiempo,dispuesto a consumir otros 365 días.

El reloj de Losada, continúa ofreciéndonos la hora, preciso y puntual, cobijado bajo una pérgola de hierro con su campana de 920 kilos de peso, fundidos en los talleres de Juan Japón a finales del siglo XIX, como así consta en la inscripción que figura en la parte alta:

“Se hizo en Sevilla por D. Juan Japón siendo Alcalde Presidente Don José Bohórquez”

Campana y reloj, torreta y templete, resisten empecinados el paso del tiempo y pase lo que pase, y sean cuales fueran las  nuevas modas o corrientes, el reloj continúa con su incansable tic tac, dócil y obediente, hasta que la mano del hombre o cualquier otro motivo,  pare definitivamente su andar constante y sereno.

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